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Londres condena a los terroristas de la 'bomba líquida'

Un jurado declaró ayer culpables a tres acusados de querer volar con explosivos líquidos siete aviones que en el verano de 2006 iban a salir del aeropuerto de Heathrow con destino a EE UU y Canadá. Abdulla Ahmed Ali, de 28 años; Tanvir Hussain, de 28, y Assad Sarwar, de 29, ya fueron declarados el año pasado culpables de conspirar para matar con explosivos líquidos, pero aquel jurado no consiguió emitir un veredicto sobre la acusación concreta de que pensaban atentar en siete vuelos con destino a Chicago (dos), San Francisco, Washington, Nueva York, Toronto y Montreal.

El caso es importante no sólo por sus potenciales consecuencias -de haberse llevado a cabo, el plan podría haberse convertido en la mayor serie de atentados desde el 11 de septiembre de 2001, con unas 1.500 víctimas- sino por sus efectos reales: la detención de los sospechosos en agosto de 2006 provocó el caos en los aeropuertos mundiales y dio paso a la introducción de la prohibición -todavía vigente aunque rebajada en algunos aspectos- de llevar líquidos en el equipaje de mano.

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Otros cuatro acusados fueron considerados culpables de conspirar para matar, pero absueltos de la acusación de planear el derribo de los aviones. Un octavo procesado fue absuelto de las dos acusaciones.

Explosivos en bebidas

Los planes fueron desbaratados después de que los servicios de inteligencia británicos consiguieran no sólo detectarlos sino introducir cámaras y micrófonos en los lugares donde se planeaban los atentados y donde se estaban preparando los explosivos. Éstos iban a estar camuflados en bebidas refrescantes que los terroristas pensaban introducir en sus equipajes de mano. Una vez mezclados, los líquidos se hubieran convertido en un explosivo que, según las pruebas realizadas por expertos y vistas en una filmación por el jurado, hubiera sido capaz de destrozar el fuselaje.

Los servicios de inteligencia creen que el plan estaba inspirado por militantes de Al Qaeda en Pakistán, y Londres dio cuenta a Washington. Eso provocó ciertas fricciones porque EE UU pidió la detención inmediata pero Scotland Yard y el MI5 querían esperar para acumular más pruebas. La detención en Pakistán del sospechoso de inspirar el plan, el británico de nacimiento Rashid Rauf, desencadenó la captura de los sospechosos en el este de Londres y en High Wycombe (Buckinghamshire).

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