¡Hola, jefa!
Dentro de pocos días se celebra en Barcelona el primer Congreso Internacional de Liderazgo Femenino. ¡Ya era hora! Y es que allí donde juegan -o las dejan jugar- las mujeres, nos suelen ganar por goleada. Y en el campo del liderazgo no podía ser una excepción.
Las féminas en posiciones de responsabilidad son buenas gestoras, se adaptan mejor a los cambios y, además -salvo deshonrosas excepciones-, mandan con más tacto que la mayoría de sus homónimos masculinos y, en tiempos de crisis, nerviosismo y malos modos como los presentes, este proceder se agradece doblemente. Además, esta sensibilidad hacia el otro, esa capacidad empática, no es en detrimento de su firmeza en la toma de decisiones -cualquiera que haya trabajado a sus órdenes sabe muy bien de lo que estoy hablando-, pero sí se refleja en el trato personal. Las directivas -y esto no significa querer perpetuar estereotipos- son más cuidadosas y respetuosas a la hora de comunicarse con sus subordinados.
Ridiculizar, humillar, ofender, despreciar... son verbos descatalogados entre las jefas inteligentes. Saben que mantener la "imagen" de valor de las personas es un aspecto clave del liderazgo. Y por eso cuidan el lenguaje. Y algunos todavía sin enterarse.
