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Reportaje:Diseño

Al mal tiempo, escapismo pop

El desenfado es la receta para plantar cara a otro otoño de crisis

Anatxu Zabalbeascoa

Lleva un año incubándose y ahora, con el otoño, empieza aflorar. Es una característica del pop: no se deja sentir con el despertar de la primavera sino durante los ocasos. Lo suyo no es el terreno fértil sino los restos y el hartazgo. No nace de la abundancia sino de la carencia y, sin embargo, es el estilo que más fácilmente se asocia al exceso y al derroche.

El pop, el estilo popular, gusta a todos porque se da a conocer con dos armas contundentes: la inmediatez y la invasión. A base de colonizarlo todo, rápidamente lo consigue. Y es entonces, cuando ya hemos sucumbido a su presencia y se ha convertido en algo familiar, cuando empieza su decadencia. Llega como una moda y, muere al triunfar, pasado de moda.

Este movimiento emplea dos armas: la inmediatez y la invasión

El pop aprovecha los momentos de debilidad. Ofrece optimismo y alegría al precio económico de una burbuja, un estampado o una tapicería coloreada. En su lado más subversivo, se trata del fin de las dictaduras: niega lo sobrio, acaba con los minimalismos y con las esclavitudes de la vida en blanco y negro. En su flanco más débil, es el triunfo del momento. También de lo fácil.

En decoración, apostar por el pop es como comprar un ramo de rosas abiertas frente a cuidar un rosal. La siembra y la poda ofrecen belleza, pero exigen trabajo en cada estación. El esplendor de las rosas es también el anuncio de su inminente decadencia

Hartos de rebajar precios, reducir lo anecdótico y apostar por la polivalencia y la sobriedad, algunos fabricantes se han lanzado a apostar por lo efímero, por lo que no está pensado para durar eternamente. Así, inundan de alegría, y de ruido, las propuestas de este otoño con esfuerzos superficiales. Los recursos suelen ser leves, muchas veces epidérmicos, como estampar o envolver clásicos.

La empresa Petrus ha acudido a uno de los diseñadores más alegres del panorama español, el lúcido Javier Mariscal. Sin dejar de ser él, y sin fallar en el encargo, Mariscal ha transformado la grapadora 226 y el taladro 52, dos clásicos con 50 años de vida, en sendos aparatos que parecen extraídos de la casa de los Picapiedra. La piedra, del latín petrus, ha sido precisamente la inspiración del diseñador valenciano, que aplaude los invariables diseños de esta empresa por ser "sólidos como una piedra". Petrus (del grupo Esselte) celebra con esta edición limitada el medio siglo de sus productos estrella. Y Mariscal ofrece otra cara de cuanto ocurre en la calle: si de pequeño una grapadora te servía para sentirte mayor, aunque te graparas los dedos, tal vez sea un signo de madurez en un diseñador plantar cara a la crisis.

Una edición limitada como la de las grapadoras Petrus-Mariscal es, en realidad, el elemento perfecto para algo tan radical y evanescente como el pop. Por ello, la empresa italiana B&B ha decidido aprovechar también la coyuntura para relanzar su mítica butaca UP en edición plateada e irreverente: ya no está pensada para durar poco. Ya no se hincha al contacto con el aire. Llega redondeada y mullida con su tapicería-estructura de poliuretano. Gaetano Pesce la firmó en 1969 para rendir homenaje a la naturaleza, "esclava de su propia voluntad", de las mujeres. Hoy es un icono pop con un pie en el establishment del diseño. Cómoda y frondosa llega para alegrar la crisis y, cuestionando la esencia temporal del pop, cumple 40 años renaciendo.

Butaca <i>UP</i> de B&B.
Butaca UP de B&B.

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