Fusiles y cañonazos por la paz
Más de 1.500 personas se suman a la conmemoración del 31 de agosto en San Sebastián - La Real Sociedad recibe un homenaje en su centenario
"¿A quién quieres más, a mamá o a la Real Sociedad?", le pregunta al pequeño Oier, de cuatro años, su madre. "A mi amatxu" responde, ataviado con una camiseta del club blanquiazul y algo desconcertado por el ruido de los disparos. Y es que quien pasase por casualidad por el Boulevard donostiarra a partir de las seis de la tarde de ayer y viera los fusiles en alto, el humo saliendo del techo del Mercado de La Bretxa y los cañonazos poniendo a prueba los tímpanos tardaría unos instantes en darse cuenta de que estaba viviendo la fiesta del 31 de agosto.
Más de 200 tambores marcaban el paso en la fiesta con que la capital guipuzcoana recuerda cada año la batalla en la que tropas anglo-portuguesas arrasaron la ciudad, en tal día como ayer de 1813, al intentar liberarla de Napoleón.
La fiesta de este año tuvo como protagonista a la Real Sociedad en su centenario, aunque ningún jugador pudo acudir a las celebraciones. El entrenamiento resultaba prioritario. El presidente, Jokin Aperribay, aceptó en nombre del club una réplica de la placa conmemorativa situada en la Plaza de Tierra, en San Jerónimo.
Ante más de 1.500 personas, Aperribay fue también uno de los que recibió una flor en símbolo de paz, una de las pocas novedades en esta arraigada tradición donostiarra en memoria de quienes perdieron la vida en el incendio que arrasó toda la ciudad, menos 36 casa de la que hoy es calle 31 de Agosto.
"No me gusta la gente como Napoleón", comenta Marie France, una elegante señora parisina de origen vasco, "pero estas cosas vienen bien para ver todo el camino que hemos recorrido desde entonces". "Ya no tenemos guerras entre vecinos europeos cada dos por tres", añadía. "Ahora, afortunadamente para nosotros y desgraciadamente para otros, las batallas se libran en otras tierras".
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