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Reportaje:

Mirar a la muerte sin miedo

Un espectáculo de títeres aborda en San Sebastián la muerte desde la perspectiva de un niño - La clave para hablar de ello es la naturalidad

"¿Cómo sabes que te has muerto?". El interrogante, simple y complejo a la vez, es una pregunta formulada por un niño. El final de la vida es la gran incógnita de los seres humanos y los más pequeños, con su particular visión del mundo, son los primeros que buscan respuestas. El curso de verano de la UPV A-cerca de la muerte finaliza mañana, pero esta tarde la jornada terminará con el teatro de títeres No te asuste mi nombre, en el Centro Cultural Lugaritz (19.00).

La obra, que tratará las vivencias de Andrés, un niño cuya madre ha fallecido, busca mostrar que "debe haber una forma hermosa de entender la muerte", según su autora, la segoviana María José Frías. De este modo, quiere dejar que la tradicional aceptación dolorosa y oscura del fin de la vida sea un lastre. Con esta intención, la titiritera basará su obra en el cuento de un autor anónimo e intercalará textos de poetas como Lorca y Espronceda. Con sus versos, lo que se pretenderá es mostrar que "la muerte se queja de lo mal que la tratamos".

"Hay que dar pie a que los niños elijan si quieren acudir a los funerales"

La muerte es siempre angustiosa, pero "ayuda a dar sentido a la vida", comentó ayer en el curso de la UPV Concepción Poch, escritora y psicopedagoga experta en el tema dentro del ámbito infantil. A pesar de ser universal, el final de la vida tiene sus connotaciones antropológicas; no se percibe de igual manera en el continente africano y en Occidente. En el primer mundo la banalización de la muerte, el hedonismo y la secularización hacen que la muerte sea puesta 'en cuarentena' durante la vida.

En contraposición con esta tendencia, Poch puso sobre la mesa la evidencia de que "todos tenemos un plazo" y recalcó que, aunque se puede decidir acortar la vida, es imposible alargarla. En una 'sociedad del tener' que rivaliza con la del ser, los niños y adolescentes afrontan dificultades añadidas a otras épocas, cuando la muerte no se ocultaba.

De hecho, Frías destacó para este periódico que hoy en día se está privando a los niños de la oportunidad de asumir esta fase. Según la artista, a causa de los hospitales, "las dos referencias que dan sentido al día a día, el nacimiento y la muerte" se encierran en los centros sanitarios, lejos de las personas.

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No hay fórmulas mágicas, y la realidad es que hay más preguntas que respuestas en torno a la muerte, pero sí existen ciertos consejos que recomiendan los expertos como Concepción Poch. Evitar los eufemismos, impedir que se vea a los fallecidos como una amenaza o como 'espías', aclarar que la muerte tiene sus causas -"nadie muere porque sí" matizó Poch-, hacer hincapié en que "querer que se muera alguien no es matarle" y, ante todo, ser coherente con las creencias de uno mismo son los puntos a seguir que destacó la escritora durante su ponencia en los cursos. Además, Poch abogó por dar pie a que los pequeños -y, en mayor medida, los adolescentes- puedan elegir aspectos como acudir a los funerales o ver a los fallecidos. Eso sí, siempre teniendo en cuenta que opciones como la incineración son más complejos de entender entre los más jóvenes. En definitiva, las claves son la naturalidad, la adaptación a la edad y a la madurez del niño y el respeto hacia todas las sensibilidades.

Concepción Poch hizo hincapié en que, además de las familias, los docentes pueden enseñar a los niños a asumir la muerte como una fase más -sin traumas- de la vida, incluyendo el tema en las distintas materias o en horas de tutoría.

La curiosidad es una cualidad inherente en los más pequeños que se materializa en innumerables preguntas, y la muerte es el misterio por excelencia que genera muchos interrogantes. Las respuestas son pocas, pero no por ello se debe evitar tratar el tema. "¿Qué sucedería si no existiera la muerte?".

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