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Barajas: la lucha contra la droga

Trucos de traficante para envíos especiales

Pablo de Llano Neira

El escáner es el medio que permite detectar las sorpresas que traen algunos equipajes. Alubias de coca, botes de frijoles envasados al vacío (pero rellenos de droga), dulces de leche con corazón de alcaloide... Mohamed, el guardia civil analista de escáner, suelta los tres primeros ejemplos que le vienen en mente, pero la lista es muy larga. Infinitud de ingenios que los traficantes pergeñan y que obligan a ponerse al día a los agentes de Barajas. "Aquí aprendemos al ritmo de los inventos de los que mueven la droga", reconoce.

La treta principal son los dobles fondos de equipajes, según explica Jesús Hernández, portavoz de la Guardia Civil en Barajas. Y la técnica es más sutil cada día. Tienden a hacer fardos más delgados para que el escáner detecte menos densidad y a envolver la coca en fibra de vidrio, porque piensan que así se oculta el material al aparato.

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Alubias al punto de cocaína

Otro recurso manido es la faja, tiras de tela que aprietan la droga contra las piernas o el abdomen para tratar de llevarla a destino bajo la ropa. También se estila el souvenir: objetos folclóricos llenos de coca, como muñecas de cerámica, que el correo intenta pasar como uno lleva presentes a la familia. Y no faltan recursos singulares. El falso peluquín: se rapa el pelo al mensajero, se fabrica un casco de poco volumen para encajar coca sobre su cráneo y se cubre todo ello con un peluquín.

Las chucherías insalubres: bombones, caramelos y chupa-chups hechos de droga y cubiertos de caramelo. La garrafa de ron con cinco kilos de cocaína diluida. Sillas de ruedas y bicicletas con la montura atestada de polvo blanco, teclados de piano con sustancias ocultas, suelas de zapato, pelotas de béisbol, DVDs... Lo último, ayer, los muñecos de peluche y los ovillos de lentejuelas. Una máquina de investigación y desarrollo movida sin cesar por el ansia de hacerse rico con un billete de avión.

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