El centenario de un periodista disidente
Santiago Nadal fue encarcelado por criticar a Franco en 1944
Este año se conmemora el centenario del nacimiento del periodista Santiago Nadal (Lleida 1909-Barcelona 1974), quien durante más de cuatro décadas fue comentarista de internacional en la revista Destino, redactor jefe de la sección de Internacional de La Vanguardia, presidente de la Asociación de la Prensa en Barcelona y miembro del Consejo Privado de Don Juan.
Lo que muy pocos saben es que Nadal fue uno de los primeros periodistas que, después de la Guerra Civil y desde la nueva prensa creada por el franquismo, osó criticar la dictadura, lo que le valió ir a la cárcel por un artículo titulado Verona y Argel publicado en Destino.
Marzo de 1944. No hacía aún cinco años que había acabado la Guerra Civil española. El semanario Destino, portavoz y bandera de los sectores aperturistas de la sociedad catalana, publicó en su primera página, un artículo titulado Verona y Argel. El texto, como si fuera una columna vertebral, recorría de norte a sur la portada del semanario, en el lugar más destacado de la publicación. Era imposible pasar por alto el texto. El artículo se podía leer incluso sin comprar la publicación, porque como era usual permanecía colgada con pinzas en la vitrina de todos los quioscos.
La tesis del artículo era contundente. En las ciudades de Verona, en Italia, y en Argel, la capital de Argelia, en la otra orilla del Mediterráneo, se acababan de celebrar dos juicios políticos que culminaron con ejecuciones sumarias. En ambos procesos, Verona y Argel, se habían cometido, en opinión del articulista, las mismas iniquidades, las mismas irregularidades jurídicas, las mismas atrocidades procesales entre las que se encuentra aplicar la retroactividad de las leyes. Era la maquinaria judicial ciega de los vencedores sobre los vencidos.
En Verona habían sido juzgados y condenados a muerte los miembros del Gran Consejo Fascista, el máximo órgano de Gobierno de Italia, porque un año antes, en 1943, habían votado la destitución de Benito Mussolini como jefe del Estado. En Argel se habían utilizado los mismos procedimientos para juzgar a los gobernantes y civiles que habían colaborado con el Gobierno del general francés Petain, el régimen de Vichy. Pero, en realidad, de manera indirecta, Nadal estaba hablando de España pidiendo el fin de la venganza y de las iniquidades procesales, que por aquella época se cometían en su propio país contra los que que habían luchado por la Republica, los vencidos.
En cualquier caso, los censores de la época no descubrieron en el escrito de Santiago Nadal nada que pudiera ser sospechoso. Su miopía permitió que el viernes 22 de marzo, la revista Destino saliera a la calle con un alegato en favor de la libertad.
La maniobra de Santiago Nadal sería, sin embargo, descubierta por el gobernador civil, Antonio Correa Veglison, quien ordenó la detención de Nadal y su traslado al campo de concentración de Nanclares de la Oca, en Ávila, uno de los destino más duros para los militantes antifascistas.
La detención de Santiago Nadal dejó paralizada a la profesión periodística, que no supo cómo reaccionar. "Nadie hizo nada", se lamentaría años más tarde Santiago Nadal a Josep Maria Huertas y Carles Geli, autores de un ensayo sobre la revista Destino titulado Las tres vidas de Destino. Hubo, sin embargo, una excepción; el escritor Josep Pla, compañero de redacción de Destino. Pla movilizó al alcalde de Barcelona, entonces Miguel Mateu, quien a través de sus contactos con Madrid logró que Correa Veglison reconsiderara su decisión. Santiago Nadal fue liberado 15 días después de su detención, un Viernes Santo.
El autor de ese artículo, Verona y Argel, era entonces, en 1944, un joven periodista y abogado que apenas había cumplido los 35 años y que acababa de convertirse en lo que fue siempre hasta su muerte; un demócrata, liberal, disidente del franquismo.
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