_
_
_
_
Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Juan Ramón Ibarretxe, médico y comentarista taurino

Dejó un hueco en la plaza de toros de Vista Alegre de Bilbao. Ayer, el burladero de los periodistas radiofónicos, el que está junto a la puerta de toriles, se quedó vacío. El doctor Ibarretxe, la voz de los toros de Radio Bilbao, de la SER, se calló para siempre en medio de la Aste Nagusia que él siempre disfrutaba desde su desmedida afición al mundo taurino.

Juan Ramón Ibarretxe Ibarra (Bilbao, 61 años) falleció de forma repentina a mediodía de ayer. Había cumplido con su ritual de acudir con tiempo al apartado de la corrida de El Ventorrillo, había dejado sus opiniones, sus previsiones para la tarde, que apuntaba siempre en un papel para luego cambiar impresiones con el resto de periodistas radiofónicos.

Doctor especialista en medicina general, atendía en su consulta a muchos bilbaínos y, fuera de ella, era un experto consejero de quienes siempre sufrían un imprevisto dolor, sobre todo en la Aste Nagusia.

Su pasión por los toros le llevó a la presidencia del Club Taurino de Bilbao. Bajo su mandato, dio un fuerte impulso a la reedición del festival benéfico que pocos años antes se había recuperado. Los tiempos eran difíciles para ese espectáculo, pero supo encandilar a los rectores de Vista Alegre para que tuviese continuidad. Siempre mostraba su cariño por un festival que durante unos años estuvo en el olvido.

Sacrificó mucho tiempo por analizar el arte de Cúchares. Empezó con unas tertulias en Radio Nervión antes de convertirse en el hombre de Bilbao en el programa Los toros de Manolo Molés en la SER. Alejado de los actos públicos, evitaba participar en coloquios. Prefería las conversaciones personales y siempre quería tener un hueco para su esposa y sus dos hijas.

Miembro del jurado del tradicional Premio Faustino al torero más completo del ciclo bilbaíno, Ibarretxe ejerció de nexo de unión de los críticos locales para formar el tribunal e impulsar este importante premio. Y es que tenía facilidad para congeniar con la gente. Su apariencia de despistado le confería un gesto agradable, que le obligaba a saludar cada día a cada trabajador de la plaza.

Fue un aficionado bilbaíno, de los clásicos, de los que habla del toro antes de nada. Por ello, logró con insistencia hacer un análisis del sorteo todas las mañanas de la feria. Por la tarde, ocupaba el primer asiento del burladero de radios en el callejón, donde a veces le incomodaba la ciática, pero nadie cuando cruzó el patio de cuadrillas pasadas las doce del mediodía podía pensar que no estaría en la corrida de la tarde.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_