Bernanke, en campaña para seguir en la Reserva Federal
El presidente del banco central de EE UU, elegido por los republicanos, aspira a una nueva designación por Obama
Las apariciones públicas de Ben Bernanke son frecuentes. La más reciente, una entrevista televisada en horario de máxima audiencia durante la que se sometió a las preguntas de la gente corriente, la que sufre la recesión en sus carnes. Dice que es para que su mensaje no se quede retumbando en los muros del distrito financiero (Wall Street), y trascienda al hombre de la calle (Main Street).
Pero, ¿se trata realmente de aumentar la transparencia del trabajo que realiza la Reserva Federal (Fed)? ¿O de una campaña de limpieza de imagen, para salvar su puesto al frente del banco central más poderoso del mundo? Quizá ambas. El mandato de Bernanke caduca a final de enero. Y la pregunta que recorre Washington es si se merece seguir cuatro años más.
Wall Street y economistas como Krugman apoyan su continuidad
La respuesta la tiene el presidente Barack Obama, y en última instancia los legisladores en el Capitolio, donde el debate sobre el futuro de Bernanke se mezcla con la batalla sobre la propuesta de la Casa Blanca para convertir la Fed en un "superregulador", con poderes para intervenir en las grandes instituciones financieras que crea que asumen riesgos excesivos.
Y por ahí llegan las críticas hacia su gestión. Cuando hacía de copiloto de Alan Greenspan, no se puso ninguna cortapisa desde la Fed a los excesos que llevaron a la crisis financiera más grave desde la Gran Depresión. Es más, ya al frente del banco central, tampoco anticipó que el colapso hipotecario tendría un efecto avalancha que hundiría a la economía en lo que ya se conoce como Gran Recesión.
La quiebra de Lehman Brothers, los bonus a ejecutivos de la aseguradora AIG tras ser rescatada con fondos públicos y el papel que jugó la Fed en la controvertida compra de Merrill Lynch por parte Bank of America minaron su credibilidad. Es por todo esto, según el Cato Institute, por lo que Bernanke, que pertenece al Partido Republicano, no tiene la confianza del Congreso. "Ahora debe recuperarla", remachan.
A pesar de sus errores, parece que Wall Street ha dado un sólido apoyo a la permanencia de Bernanke, que ocupa el cargo desde el 1 de febrero de 2006, cuando gobernaba el anterior presidente, George W. Bush. Los economistas de los grandes bancos reconocen la labor que hizo para estabilizar el sistema y lo ven como el mejor situado para desmantelar la máquina de hacer dinero. Entre los que le apoyan se encuentran los economistas Nouriel Roubini y Paul Krugman. El Nobel de Economía opina que "se ganó" el derecho a un segundo mandato, entre otros motivos, porque puso a la Fed en el mercado, convirtiéndola en "intermediario financiero de último recurso". De esta manera, el banco central asumió el papel que no pudo desempeñar la banca privada a la hora de hacer circular el capital por el sistema.
Para Obama podría ser, sin embargo, la ocasión para dejar su impronta. De dar ese paso, será el primer demócrata desde Jimmy Carter en elegir reemplazo. Entre los aspirantes se cita a Larry Summers (consejero de la Casa Blanca), Janet Yellen (presidenta de la Fed de San Francisco), Alan Blinder (economista) y Roger Ferguson (ex vicepresidente de la Fed).
Obama quiere tomarse su tiempo. Un impasse que no gusta a las Bolsas, que esperan ver al presidente de EE UU dejando las cosas claras lo antes posible, para evitar crear una situación de incertidumbre y nerviosismo, lo último que necesita la economía en estos momentos. En anteriores ocasiones, la Casa Blanca no se pronunció hasta bien entrado el mes de octubre.
En el parqué preocupa que el debate sobre la continuidad de Ben Bernanke esté guiado por consideraciones políticas, y advierten que será un error reemplazarlo porque puede mermar la recuperación. Y siguiendo esta lógica, creen que un pronto repunte de la economía este otoño no le beneficia, porque quitaría presión a la Casa Blanca.
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