Las fiestas de Gràcia siguen en las plazas tras el temprano cierre oficial

Llegó antes la gente que la fiesta al barrio barcelonés de Gràcia. Y, tanto el viernes como ayer, los juerguistas también se quedaron después de acabada la celebración oficial. El distrito, empeñado en fomentar las actividades diurnas más que las nocturnas, echa el cierre a las actividades de las plazas a la 01.00, y en el resto de espacios a las 02.00 los días normales y a las 03.30 horas las vigilias de festivo. Pero no puede evitar que los más juerguistas se queden allí hasta mucho más avanzada la madrugada.

Hasta que fue desalojado, a las cuatro y media, aguantó el viernes el reducto más jaranero en su bastión de la plaza del Sol. Tras el pregón de esa tarde, los vecinos pasaron toda la noche ultimando el decorado de sus calles. Mientras ellos seguían recortando y pegando papeles y plásticos convertidos en adornos, colgándolos y construyendo imponentes portadas, los paseantes, en su mayoría jóvenes, ya curioseaban por la zona y los bares empezaban a hacer su agosto. También intentaban vender cervezas los lateros, aunque la apabullante presencia de policías locales de paisano se lo puso difícil.

Mucho antes del desalojo en Sol acabaron, pasadas las dos, las dos fiestas alternativas que ya empezaron el viernes. Los okupas más punks improvisaron un concierto heavy muy cerca de la plaza de la Revolució, en un lugar que dejaron lleno de latas. Más limpios fueron los anarquistas, que instalaron su escenario en un solar que ocuparon en el tramo más alto de la calle de Verdi, y que barrieron la calle una vez acabado su concierto. No fue allí donde se vivió la mayor tensión de una noche que no registró incidentes. Fue en un bar que improvisó una discoteca callejera, y que pinchó a todo volumen una música muy pasada de rosca hasta que las fuerzas del orden desalojaron el lugar. Lo hicieron tras haber vaciado la plaza del Sol.

Allí vivió su prueba de fuego el dispositivo que se repetirá cada noche. Sin contratiempos y mucho después de haber rebasado la hora de cierre que marcó el Consistorio. El mecanismo es similar al de cada fin de semana: los servicios de limpieza ahuyentan a los primeros en irse, y muchos les siguen cuando ya no hay más alcohol. Los antidisturbios de los Mossos echan luego a quienes aún quedan en la plaza. El viernes eran una cincuentena de personas que marcharon sin problemas, mientras algunos urbanos de paisano se tomaban cervezas.

Pudieron volver a casa sin muchos problemas: a pesar de que el Ayuntamiento echa el cierre a la una, ya asume que no logrará que todo el mundo se retire a esa hora. Así que el bus lanzadera que une el barrio con la plaza de Catalunya funciona hasta las 5.15 horas.