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Columna
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Que no se lo cuenten, venga a Elche

Que no se lo cuenten a usted, oiga, que no se lo expliquen a la hora del aperitivo, entre sorbos de cerveza, de tinto o blanco, de paloma, de martini o hasta de mojito, con frutos secos o calamares a la romana o boquerones en vinagre o quién sabe qué a la plancha. Ahora, que probablemente esté cerca de Elche, no se pierda la ocasión. Así es que apáñese en su coche o en cualquier vehículo público, y véalo, descúbralo, siéntalo, disfrútelo, pero usted mismo, sin intermediarios, porque es toda una pasada irrepetible de experiencias, algo, mire usted, que difícilmente va a olvidar nunca, y téngalo por más que seguro. En el calendario de las celebraciones asuncionistas y populares del mediado agosto ilicitano, ya se han cumplido, como cada año, desde muchos atrás, los rigurosos ensayos generales de la representación, esa Nit de l'Albà que expide la talla humana en el huerto de palmeras vegetales, y los decibelios y el color y el relámpago, en el cielo de palmeras de artificio y portento, y también se ha escenificado ya, en la tarde de ayer, la primera parte o el primer acto del Misteri, o sea, la Vespra. Pero, hoy, es la apoteosis, hoy, es la Festa.

El Misteri sufrió interrupciones a causa de la muerte de algún noble local
El Consejo local se hizo cargo en 1609 de la fiesta para que no 'se dexàs de fer'
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La representación lírica de origen medieval se inicia con la llegada de la Virgen y concluye con su muerte. En esta primera parte, en la Vespra, se despliega una tramoya aérea ciertamente espectacular: de la cúpula de la Basílica de Santa María se abre un cielo decorado del que desciende una granada -la mangrana- o nube escarlata y oro -el núvol- que pilota un ángel y quien recoge el fervoroso deseo mariano de que los apóstoles permanezcan junto a ella y la acompañen en el trance de su muerte. El ángel se apresura a trasladar el mensaje, en vuelo, hasta lo más alto. Tras el canto de los apóstoles, otro ingenio, tripulado por un coro de potestades, cuatro guitarras y un arpa, es la rescélica o el araceli, donde ascenderá una talla que simboliza el alma de la Virgen de la Asunción, la Mare de Déu d'Agost.

Bajo la verticalidad de esta tramoya móvil, una escenografía estable y horizontal, sobre la base del templo, integrada por el cadafal y el andador. El primero de estos elementos "simboliza la tierra y lo temporal, la oposición al círculo que representa el cielo y lo eterno, además de las significaciones evidentes de casa y sepultura de la Virgen, y túmulo mortuorio para el velatorio". El otro, es decir, el andador, es pasillo y acceso corporal y espiritual, hasta el cadafal: "Es vía crucis al pasar por él María y su cortejo, rememorando la Pasión de su hijo. Es peregrinación, además de para la Virgen también para los fieles que en la madrugada del 14 al 15 suben para prender su cirio con la luz de la llama que preside el lecho mortuorio de la Patrona de Elche".

Esta tarde, a las 17.30, se escenificará la segunda y última parte de la obra asuncionista, la Festa. En la Festa, en su ascensión definitiva al cielo de la cúpula de la Basílica, a bordo del araceli, la Virgen, en cuerpo y alma,-una imagen, por supuesto- será recibida por la Santísima Trinidad que, en un tercer artefacto aéreo, procederá a su coronación, mientras abajo, los apóstoles y los judíos bautizados -se observan, en las escenas previas a su conversión, síntomas de un antisemitismo que ya imperaba en toda Europa- entonan el Gloria Patri. Sin duda, se trata de un drama sacrolírico único e irrepetible, que según las más solventes indagaciones debió representarse, por primera vez, en las décadas finales del siglo XV. Muy oportuna, diligente y atinada anduvo la Unesco, cuando el 18 de mayo de 2001, y en atención a sus valores culturales, teatrales, líricos y religiosos, declaró el Misterio de Elche Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, un reconocimiento excepcional que venía a sumarse a otros muchos que ya se le habían concedido. Al día siguiente, en estas mismas páginas, se recogió y comentó tan grata noticia.

Pero ¿dónde se encuentra el principio de esta historia? Una tradición, que se sustenta en lo que no deja de ser leyenda, nos informa de que en 1370 -otros autores datan el supuesto hallazgo en 1266- un guardacostas encontró en la playa de Tamarit, en la actual Santa Pola, un arca cerrada a cal y canto, en cuyo interior se encontraba una imagen de esta Virgen y la primera consueta, es decir, el manuscrito en el que se recogían textos, partituras, instrucciones, algo en latín y en antiguo catalán o valenciano, y un destinatario rotundo: "Soy para Elche". Pero, hasta ahora, no hay más fundamento que la creencia popular. Según la minuciosa cronología elaborada recientemente por el patrono del Misteri y profesor de la Universidad Miguel Hernández de la ciudad ilicitana Miguel Ors Montenegro, el primer documento con referencias a cierta imagen de la Virgen, es el testamento de Isabel Caro que, en julio de 1523, lega fondos para "una grandísima fiesta y solemnidad", en honor de la dicha imagen y expresaba su deseo de que, tras su muerte, la misma debería pasar a la ermita de San Sebastián.

El Concilio de Trento (1545-1563) prohibió las representaciones dramáticas en los templos, y el Concilio provincial de Valencia, en 1565, ratificó tal prohibición. Sin embargo, todos los indicios apuntan a que el Misteri d'Elx continuó escenificándose, aunque sufrió interrupciones a causa de la muerte de algún señor de la nobleza local o de un hijo de Felipe II. Sólo 69 años después cesarían los sobresaltos y vicisitudes de la celebración del Misteri, cuando en febrero de 1632, el papa Urbano VIII firmó un rescripto por el cual se autorizaba la representación de la Festa d'Elx. Quedaba soslayado así un impedimento que debió suponer un serio esfuerzo dialéctico y persuasivo, para superarlo, una y otra vez.

Pero, ¿qué es el Misteri? ¿un auto sacramental? ¿un recurrente drama sacrolírico? ¿una ópera anticipada varios siglos al nacimiento del género, como sugirió Oscar Esplá? Posiblemente, los especialistas y eruditos tendrán que buscarle o inventarle una nueva denominación. Su origen medieval determina el hecho de que todos los intérpretes sean varones; una seña de identidad, sin duda, pero también un anacronismo, que en el siglo XXI no ha propiciado polémica alguna, acerca de si las mujeres deben o no participar en su representación. Son varones y gentes de los más variados oficios y menesteres. Son de Elche. Soc per a Elx, afirma la aludida tradición. Aunque parece que sólo lo fue realmente a partir de marzo de 1609 -según la citada cronología-, cuando el consejo acordó hacerse cargo de la Festa -hasta entonces en manos de señores adinerados o feudales-, con objeto de que per ninguna causa se dexàs de fer. Y cargó de tasas la molienda y las carnes, para que todos y cada uno de los vecinos financiaran el prodigio. Un prodigio oral e inmaterial que esta misma tarde pondrá en vilo a actores y espectadores, justo cuando ya agosto enfila su otra mitad.

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