"Estamos volviendo al boca a boca"
Dicen que si alguien comparte mucho tiempo con su mascota acaba pareciéndose a ella. A Rahaf Harfoush le ocurre un poco esto. Fue una de las estrategas de la campaña online de Barack Obama en la carrera presidencial. Y ahora no sólo derrocha el entusiasmo del inquilino de la Casa Blanca, sino que hasta imita su mecánica gestual. Oyéndola disertar sobre las excelencias de la Red como mecanismo de movilización vienen a la mente los ampulosos discursos del ya presidente estadounidense repletos de "esperanza", "implicación" y "nuevo orden", que cuando finalizan dan ganas de apuntarse a algún sitio para formar parte del proyecto, aunque no sepas muy bien dónde ni para qué.
Esta estrategia supieron explotarla a la perfección Harfoush y sus compañeros. Movilizaron miles de voluntarios e hicieron de las redes sociales un arma, batiendo primero a Hillary Clinton y luego al candidato republicano John McCain. Obama contó con 3,2 millones de amigos en Facebook (frente a los 600.000 de su rival), 137.000 seguidores en Twitter y 1.824 vídeos en YouTube (por sólo 330 de McCain).
La experta digital cree que importa más la estrategia que la tecnología
"Lo importante es la estrategia, no la tecnología. Es fácil crear perfiles, obtener amigos en Facebook o tener blogs. Pero el objetivo era que las personas salieran a la calle y votaran. Si todo ese esfuerzo en la Red no se hubiera traducido en votos no hubiera valido de nada".
Harfoush se coló en la campaña gracias a su pesadez. Durante un mes llamó todos los días a Chris Hugues, uno de los creadores de Facebook, a quien Obama le encargó la campaña en los "nuevos medios de comunicación". Hugues -entonces con 25 insultantes años, como Harfoush- le cogió por fin el teléfono y ella lo dejó casi todo -novio, apartamento y trabajo- y se marchó a Chicago a trabajar por el "Yes we can".
Esta mujer de origen sirio y nacionalidad canadiense ha recogido el lema de Obama, le ha dado una vuelta y ha publicado un libro, Yes we did (Nosotros lo hicimos), en el que cuenta la estrategia de la campaña que ahora intenta revender para el mundo de los negocios. "Ni los Gobiernos ni las empresas controlan ya el mensaje. En Internet, la gente tiene ahora el poder de colgar un vídeo en YouTube o mandar un mensaje por Twitter para denunciar una represión, como ha ocurrido en Irán, o criticar un producto".
Internet suele asociarse a la gratuidad. Pero también puede convertirse en una poderosa herramienta de recaudación. Harfoush explica con impecable ética angloprotestante esta dicotomía. Durante la campaña, se formaron 35.000 grupos de voluntarios que consiguieron 13 millones de direcciones electrónicas de potenciales votantes a los que remitieron mil millones de correos, participaron en 200.000 eventos. Esa movilización logró recaudar 750 millones de dólares, más del doble que McCain, mediante pequeñas aportaciones de entre 20 y 50 dólares.
"Una madre nos dijo que había pedido prestados 100 dólares para aportar a la campaña porque quería que su hijo tuviera un futuro mejor. No podíamos defraudarla". Para evitarlo, los cerebros de la campaña idearon un concepto: la hipersegmentación. Nada de mensajes masivos, sino personalizar al máximo posible. Por eso, los mensajes se dividían por lugar de residencia, edad y nivel de ingresos. "Se trataba de evitar a toda costa el spam. La gente se guía por las opiniones de su entorno más cercano, de un familiar de un amigo, de un vecino, mucho antes que de un experto o de alguien que sale por televisión. En realidad, con Internet y las redes sociales, estamos volviendo al boca a boca".
Durante la campaña, Obama visitó la sede de Google y dijo: "Quiero cambiar el mundo, como Google lo ha cambiado". Curiosamente, Harfoush guarda silencio cuando se le pregunta por el papel de Google y su afición a inmiscuirse en todos los terrenos. Y uno se pregunta si tal vez, en un futuro próximo, no será Google el candidato ideal a la presidencia de EE UU.
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