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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ofensiva menor de Castella

Era el cartel estrella de la Semana Grande donostiarra, pero se empezó a romper demasiado pronto. El mano a mano entre Morante de la Puebla y Sebastián Castella quedó deshecho por la cogida del andaluz. Sin Morante, el remedo quedó en un extraño emparejamiento del francés con el caballero navarro Hermoso de Mendoza.

Lo que define un mano a mano es el duelo entre los dos toreros. La rivalidad. Con la solución acordada se había roto esa rivalidad. La empresa luchó por que Castella matase en solitario la corrida, pero no parecía el momento oportuno ni la situación adecuada. El de Beziers renunció y todo quedó en un gesto de matar cuatro toros.

Pero claro, para los gestos, que es como se denominan los hitos taurinos de un matador, hacen falta elementos motivadores, que ayer estaban ausentes. Los toreros se encierran con seis toros de diferentes ganaderías o con una inspiración. El de ayer fue un gesto sin enemigos. Castella estaba solo, sin compañeros que le presionasen y con unos toros de Garcigrande que no respondieron, ni por presencia ni por juego, a las exigencias de una plaza de primera.

SÁNCHEZ Y GARCIGRANDE / HERMOSO Y CASTELLA

Dos toros de Ángel Sánchez y Sánchez para rejones: con clase y fijeza, y 4 toros de Garcigrande: pequeños los dos primeros, blandos y descastados. Pablo Hermoso de Mendoza: dos pinchazos y rejón trasero y contrario (ovación) y rejón contrario (oreja).

Sebastián Castella: estocada desprendida (oreja), estocada caída (oreja), metisaca en los bajos y bajonazo (saludos) y estocada (oreja). Castella salió en hombros.

Plaza de Illumbe, 11 de agosto de 2009. Tercera de la Feria de San Sebastián. Dos tercios de entrada.

Los 'garcigrandes' no respondieron a las exigencias de una plaza de primera

Pero las cosas no se hacen por casualidad. La empresa completó el cartel con la presencia de Pablo Hermoso de Mendoza, que había triunfado el domingo en Illumbe y tiene tirón en los tendidos. Y, por si fuera poco, está apoderado por los responsables de la feria donostiarra. Así se cierra el círculo de manera perfecta, y todos contentos.

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Antes del festejo se anunció la presencia de un debutante en San Sebastián esta tarde para suplir al enfermo Cayetano Rivera. Nada menos que el veterano Luis Francisco Esplá. Será que no hay gente en el escalafón con méritos para entrar, aunque sea por la puerta de la sustitución, en un ciclo en el que apenas hay huecos para los meritorios. Son las claves de ese sórdido poder taurino capaz de cerrar la puerta a los nuevos que quieran abrirla.

Así que hubo peripecias para cerrar el cartel. Con todo, poco más de media entrada, con el desencanto de muchos ante el esperpéntico paseíllo protagonizado por un caballero a la izquierda del matador de a pie.

Sebastián Castella tuvo cuatro actos para buscar el triunfo. Los dos primeros parecían de entrenamiento. Dos morlacos anovillados, blandos, descastados y que acudían con alegría a la muleta. El francés sacó su estilo y comenzó la ofensiva. Los pobrecitos de Garcigrande pedían suavidad y entendimiento. Castella les atacaba. Acabaron rajados. ¡Cuánto más juego habrían dado con un poco de suavidad!

Los dos últimos, mejor presentados, pero menos colaboradores. Al rajado quinto lo despachó con un infame bajonazo después de un subterráneo metisaca mientras que el epílogo discurrió con un arrimón ante un moribundo. Pedían clemencia el negro, que apenas podía ya tenerse en pie.

Sus virtudes fueron el valor y ligar los muletazos a los toros, sobre todo con la mano derecha. Castella tira de los toros a base de enseñarles los muslos, pero le cuesta cruzarse, ponerse en el sitio adecuado. Lo dejó muy claro en su pobre toreo al natural.

El invitado de excepción fue Hermoso de Mendoza, discreto en su primero y entonado en su segundo con buenos pasajes sobre Caviar y Pirata.

Las tres orejas, cortadas de forma unitaria, le sirvieron a Sebastián Castella para salir a hombros, pero fue salida discreta. Atacó, pero sin enemigos la batalla queda pobre.

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