"La Universidad es hoy más crítica"
Los tres participaron el invierno pasado en los encierros contra la reforma universitaria de Bolonia. Los tres están acabando sus estudios. Y los tres piensan que su protesta sirvió para concienciar sobre los problemas de la Universidad pública.
El 20 de noviembre de 2008 cientos de estudiantes como Pablo Molano, Xaviera Vilamitjana y Hugo Alvira ocuparon la sede central de la Universidad de Barcelona. Pertrechados con mantas y sacos se quedaron allí cuatro meses, Navidad incluida, hasta que fueron desalojados por los Mossos d'Esquadra. Aquel día hubo enfrentamientos entre policías y estudiantes en Barcelona, que se saldaron con 26 estudiantes y seis mossos contusionados. En otras ciudades españolas también hubo encierros.
"Recordaré siempre el día de la ocupación; fue una experiencia única"
Nueve meses después de aquel día, los tres lo rememoran en el atrio de la sede central de la Universidad de Barcelona. "Recordaré siempre esa experiencia. Fue única", dice Xaviera, que el año que viene cursará cuarto de Historia en la Universidad de Barcelona y que ha compaginado estudio y trabajo, aunque ahora está en paro. "Durante mes y medio o dos meses fue una experiencia bonita. Nos organizamos para lograr cosas pero no pudimos o no supimos aprovecharlo", dice Hugo, que estudia un máster de Historia tras haber cursado esta licenciatura y está buscando empleo.
Querían parar el proceso de Bolonia (homologación de los estudios universitarios en Europa). Querían que se paralizaran los expedientes contra varios compañeros de la Universidad Autónoma de Barcelona. Y querían abrir un debate sobre la Universidad pública. Admiten que no lograron sus objetivos, pero no descartan volver a la carga el curso que viene, aunque no saben cómo lo harán. Dicen que no les gusta Bolonia porque hay un riesgo de que las empresas entren en la Universidad, porque dificulta compaginar el trabajo y el estudio debido al nuevo método de evaluación continua y porque hace una reforma sin poner recursos económicos, añaden.
Cuando se les pregunta si su protesta ha servido para algo, no lo dudan: "Ahora hay más con ciencia de la situación de la Universidad". Hugo, sin embargo, matiza: "Hay más conciencia, más crítica pero no hemos conseguido nada concreto. Quizá no hemos sabido plantear asuntos concretos sobre becas, incrementos del profesorado o mejora de la calidad docente. Bolonia se está implantando en un contexto de crisis económica. Me conformaría con que le dieran a la Universidad lo que les van a dar a los bancos y a las cajas de ahorro para que se reorganicen y fusionen", apunta Hugo.
Pablo no está tan de acuerdo con Hugo en que su encierro no sirviera para nada: "La necesidad de financiar mejor a la Universidad está más en primera línea que antes y creo que eso es fruto de nuestra presión. Aunque es cierto que no se ha paralizado Bolonia, hemos visto cómo funcionan las cosas y que Bolonia es sólo una parte del sistema capitalista en el que nos encontramos", reprocha Pablo, que empezará cuarto de Filosofía en septiembre.
Para Xaviera, después de las protestas "hay más gente crítica". "Todo explotó aquel día, pero venía de atrás. Ahora hay una conciencia que antes no existía", recalca Pablo. "Había gente que nunca participaba en estos movimientos. No olvidaré cuando nos desalojaron. Fue una demostración de fuerza", añade.
Los tres son conscientes de que Bolonia ya no es una meta sino que está implantado. El sistema de Bolonia (que, entre otras cosas, favorece la movilidad de los estudiantes por Europa) regirá el curso que viene en más del 70% de las titulaciones de las universidades españolas y, como mucho, a partir de 2010 todos los estudios de grado deberán estar adaptados a Bolonia.
¿Volver a las protestas el curso que viene? Ya se verá contestan los tres. "Siempre entra gente nueva. Un 25% de los alumnos llegarán en septiembre y las cosas hay que prepararlas, pero existe esa conciencia de la que hablábamos. La gente sabe que la Universidad pública debe estar mejor atendida, mejor financiada", dice Hugo. Xaviera asegura: "Hay que seguir haciendo un seguimiento muy crítico con Bolonia".
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