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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Olga Méndez, primera congresista puertorriqueña

Representó a Nueva York en el Senado durante 26 años

Ahora que las mujeres latinas han llegado más lejos que nunca en EE UU -una, Sonia Sotomayor, está a punto de ser la primera juez hispana en el Tribunal Supremo, otra es secretaria de Trabajo- el cáncer se ha llevado a los 84 años a Olga Méndez, la primera mujer puertorriqueña que logró un escaño en un Parlamento estatal. Fue el pasado 29 de julio, en su casa del Harlem hispano. Precisamente, Méndez representó durante 26 años en el Senado de Nueva York a los votantes de las castigadas zonas de este Harlem y el Bronx, el barrio que vio nacer a la juez Sotomayor.

Nacida en Mayagüez, Puerto Rico, en 1925, fue miembro de una de tantas familias que se trasladaron a Nueva York en los años cincuenta. Allí estudió psicología y se casó con el abogado Anthony Méndez, que le animaría a dar el salto a la política.

Méndez ganó el escaño en 1978 y se mantuvo en él hasta 2004, dos años después de haberse pasado del Partido Demócrata al Republicano. En su primera aventura política arrasó en las elecciones legislativas, ganando un 84% de los votos. En aquella época, el hecho de que un 10% de los escaños de las dos cámaras legislativas estatales lo ocuparan mujeres era toda una novedad. "Las mujeres están protagonizando notables avances en la política local y estatal", decía el diario The New York Times en un artículo al respecto.

Feminista e hispana

En aquella oleada feminista llegó Olga Méndez, que, además, era latina. Como miembro de una minoría racial, dio su apoyo al reverendo Jesse Jackson cuando se presentó a las primarias demócratas de las elecciones presidenciales de 1988, que ganó George Bush padre. Pero no siempre se alineó con el candidato minoritario.

Su controvertido apoyo a un político blanco en las primarias demócratas de Nueva York en 1989 le granjeó numerosas críticas. El alcalde Edward Koch, blanco, quería ser reelegido por cuarta vez. El abogado afroamericano David Dinkins decidió disputarle la nominación. Méndez se puso de parte de Koch, que acabó perdiendo. Dinkins se convirtió en el primer alcalde negro de la ciudad, un puesto al que accedió a pesar de Méndez.

Fue aquél el primer episodio de un largo divorcio del Partido Demócrata, consumado en 2002, cuando se pasó a la bancada contraria. El gesto era casi suicida: en su distrito electoral hay registrados 10 demócratas por cada republicano. Perdió las elecciones frente a un candidato de 32 años, José Serrano. Ella tenía 78. "A mí no me importan los partidos", dijo en una entrevista a The New York Times. "Me centro en el trabajo pendiente y las necesidades de mis electores".

Era valiente y arriesgada, una verdadera leona de la política. Cuando Hillary Clinton le dio su apoyo al joven candidato demócrata en aquellas mismas elecciones, Méndez acudió al acto electoral y se sentó en la primera fila. Cuando acabaron los discursos, se subió al podio a saludar a Clinton y a plantarle dos besos a su contrincante. Dijo que quería ver de cerca a sus oponentes.

"El legado de Olga vivirá para siempre entre todos los neoyorquinos que se beneficiaron del trabajo de esta mujer incomparable", dijo el alcalde de Nueva York, el independiente Michael Bloomberg. "Con coraje, rompió las barreras y sorteó los obstáculos que se le iban presentando".

La senadora por Nueva York Olga Méndez, en 2004.
La senadora por Nueva York Olga Méndez, en 2004.ASSOCIATED PRESS

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