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Reportaje:

A la espera del flautista de Hamelin

Una plaga de conejos lleva a la ruina a los agricultores que quedan en Getafe

En octubre sembraron y en noviembre el campo estaba verde. Hasta que la cebada y el triticale (híbrido de trigo y centeno) comenzaron a menguar y el verde se convirtió en un punto asediado. Los agricultores de los campos de Getafe observaban avanzar la plaga como generales que siguen la batalla desde una loma. En junio bajaron y recogieron lo que quedaba de la cosecha: menos de la mitad de lo que habían sembrado.

Un conejo tiene patas de peluche, pero cuando son muchos avanzan como guadañas. Cada uno ingiere medio kilo de vegetales al día. La cantidad se multiplica por las decenas de miles que han invadido los campos de Getafe. Los cazadores los controlaban, pero el municipio ha crecido y los terrenos agrícolas ahora son metropolitanos, están surcados de carreteras y los recorren vecinos en bicicleta. Por eso, desde hace cinco años, una veda impide cazar. Y este año la plaga estalló.

El todoterreno de Javier Lapuente atraviesa los campos y los roedores salen disparados a su paso. "Como si manaran de las ruedas", señala Pedro Miguel González, presidente de la Asociación de Agricultores y Ganaderos. Hay zonas que los agricultores no han segado porque eran irreparables. Unas 800 hectáreas de las 1.200 que tiene el término han sido afectadas. "Nos hace falta un flautista de Hamelin", sonríe resignado Pedro.

Los conejos se ocultan en los taludes de la vía del AVE. "Cerca de la carretera o el tren no les puedes disparar", masculla Javier. Retándole, los animales mascan la hierba de las glorietas de la M-50. Otro de sus refugios preferidos es la colindante base aérea. La Consejería de Medio Ambiente les expide licencias de trampeo y hurones, y de caza con escopeta en momentos determinados. "Se limitan a los permisos, y eso no vale". Calculan que han eliminado 30.000 conejos, sin gran resultado. Proponen organizar cuadrillas de caza, esterilizar a los animales... Quieren que la Comunidad tome iniciativas. Mientras, la Consejería de Medio Ambiente no permite hablar con este periódico al técnico que estudia el caso.

Los barbechos están preparados para octubre. A 30 metros las conejeras bullen amenazantes. Las pérdidas de este año ascienden a medio millón de euros, según un peritaje privado. Los terrenos de Getafe corresponden a un sinfín de propietarios, pero son sólo siete los que las explotan. Los precios de la materia prima son bajos (unos cien euros por la tonelada de cebada), más aún en comparación con los del gasóleo. "Somos una raza en extinción", dice Pedro. "El Ayuntamiento y la Comunidad nos dicen que somos importantes para conservar los campos contra incendios o los vertederos ilegales, pero no nos ayudan".

Saben que el espíritu de los tiempos está contra ellos. "No nos importaría que esto se convirtiera en un parque. Nosotros plantamos para que los conejos coman, pero que nos compensen", pide Pedro. La Consejería se muestra firme: "No se puede abrir la veda", declara un portavoz. Luego, con la boca pequeña, el portavoz reconoce: "Es que los agricultores son muy pocos. No tienen grandes explotaciones". Pedro y Javier lo saben. Sentados en el jeep ven a un corredor que trota conectado a un pulsómetro. Ha llegado el tiempo de los conejos. Los roedores no son la especie en peligro de extinción.

Invasión de conejos en la Comunidad de Madrid y en la provincia de Toledo. Si nos adentramos en cualquier camino rural de Navalcarnero o el Álamo en Madrid docenas de conejos salen a nuestro paso.Vídeo: VNEWS

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