De la música a la danza en la Puerta del Ángel

Veintitrés conciertos en Puerta del Ángel, otra media docena en los Jardines de Sabatini. Casi 50 horas de música al fresco, ante 40.000 espectadores y, albricias, sin una sola borrasca inoportuna.

Los Veranos de la Villa han vuelto a hacer de julio el mes más musiquero en el calendario de la ciudad. Se evaporan con regusto agridulce varios momentos históricos y algún pestiño de consideración. Pero que nadie se nos ponga lánguido: en agosto es el turno de la danza, hasta el 16, y del Flamenco hoy de Carlos Saura, entre el 18 y el 23.

- Un descubrimiento. Conde Duque siempre será Conde Duque, pero la nueva ubicación de los conciertos en Puerta del Ángel constituye un hallazgo. Si dejamos al margen la soberana descoordinación con Metro (cerró la estación de Puerta del Ángel durante gran parte del mes), el espacio se encuentra bien ubicado y ofrece dos grandes virtudes: un sonido fantástico (lo primero que debería exigírsele a la música en vivo) y bonitas vistas nocturnas. Ya sabemos que la Almudena es un horror, pero Rouco porfía en iluminarla con un derroche de luz que ni el Vaticano.

- Gustazos y fiascos. Ante la visita de personalidades como Burt Bacharach, John Fogerty, James Taylor o Jerry Lee Lewis, sólo cabe ensayar las mejores reverencias. La inclusión en el cartel, en cambio, de Anastacia o Seal parecía una broma de cámara oculta. Simone, la hija de Nina Simone, apunta colosales maneras. Los repetidores más perseverantes, como el brasileño Gilberto Gil o Noa, pincharon en taquilla porque el personal acaba hasta el moño de ver siempre los mismos nombres. Y lo de Cesaria Évora, con el mismo espectáculo que hace tres años, un bochorno.

- El avituallamiento. La cerveza sigue sin conocer los efectos de la deflación. Pero, para sablazos, el de los sándwiches en Puerta del Ángel: 4,5 euros por dos rebanadas carbonizadas y algún resto no cuantificable de jamón. ¿No dirá nada el Código Penal al respecto? El puestecillo con las bandejas de fruta a dos euros, insólita novedad, se fue consolidando como una alternativa razonable.

- Gratis. Empezó como un fenómeno marginal y terminó casi institucionalizado. Los conciertos de Puerta del Ángel se escuchan perfectamente, y casi se ven, desde un pasillo vallado situado a la izquierda del escenario. Todos hicieron la vista gorda, por aquello del buen rollito estival, pero parecía una traslación de la cultura eMule a la música en directo. Apañados estamos.

- Acomodadores y seguridad. Los primeros: jóvenes, sonrientes y encantadores. Lo segundo, eficaz y casi imperceptible. Para el anecdotario, el vigilante que declinó situarse frente al escenario porque, dijo, "la música a tanto volumen me molesta mucho en los oídos".