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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Puro plástico

Tiene que ser bastante duro recorrer a toda pastilla los 200 metros libres, batir el récord mundial y obtener la medalla de oro, y reconocer que el mérito no ha sido tuyo sino del bañador que llevas puesto. Es lo que le ha pasado a Paul Biedermann, un nadador alemán de 23 años. En los Juegos Olímpicos que se celebraron hace un año en Pekín recorrió esa distancia en 1m 46s; el martes lo hizo en Roma en 1m 42s. Ganó al que se considera ya uno de los mayores monstruos de este deporte de todos los tiempos, Michael Phelps, y sin embargo no estaba contento. Cuentan que se le nubló la vista al ver mojado el culo de su rival y descubrir que el suyo lo tenía seco. Ahí está el secreto.

"Estoy un poco triste", dijo el alemán. "La natación ha dejado de ser un deporte de nadadores para ser un deporte en el que se valora más la tecnología". Se refería a lo que llevan puesto. En su caso se trata de un bañador que ha salido de los talleres de un pequeño fabricante de calzoncillos de Vigevano, una localidad próxima a Milán. Su gran innovación, la de cubrir con placas de poliuretano el 100% de la pieza: Biedermann es un tipo enfundado en plástico desde el cuello a los tobillos. Las dos láminas impermeables de su bañador le han permitido no sólo mantener el cuerpo seco sino dinamitar el récord de Phelps.

Todo empezó en 1996 cuando Speedo introdujo poliuretano (hasta el 50% de la pieza) en su modelo LZ Racer. La marca, que controla el 65% del mercado estadounidense, se adelantó a las demás y la innovación fue bendecida por la federación (FINA). Así que en Pekín hubo 47 récords que fueron batidos por nadadores que llevaban puesto el LZ. Biedermann, con su nuevo traje, los ha convertido en prehistoria.

Si en la fórmula 1 lo que importa es el coche y no el conductor, y en ciclismo, por desgracia, los anabolizantes y no los que pedalean, ahora resulta que tampoco sirven los nadadores sino los bañadores. Hacen falta 40 minutos para ponerse estas nuevas prendas que cuestan unos 400 euros. No son ni siquiera seguras. Al estadounidense Ricky Berens se le rompió su LZ el domingo al dar el salto inicial con lo que su culo quedó al aire. En fin, se pierde en épica, pero se gana en erotismo.

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