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Reportaje:ópera

'Aída' embruja a orillas del lago

La espectacular propuesta de Graham Vick triunfa en el Festival de Bregenz

Las óperas de Verdi se han convertido en un punto de referencia de los montajes al aire libre del Festival de Bregenz (Austria). Que estemos en el corazón de Centroeuropa -en esa zona donde se dan la mano Alemania, Suiza y Austria- no es ningún condicionante. El gusto popular se decanta aquí por Verdi antes que por Mozart o Wagner. Y así, de las 28 funciones programadas de Aída este verano, con un aforo de 7.000 personas por sesión, se ha logrado vender el 85% de las entradas antes de comenzar el festival. Da igual el riesgo de lluvia o que los aficionados tengan que pernoctar en un radio de 50 kilómetros. Bregenz tiene 28.000 habitantes y un millar de plazas hoteleras.

Aquí, la llamada de la ópera es poderosa. Cada dos años hay una producción nueva en el lago de Constanza. De las cinco últimas, tres han estado dedicadas a Verdi. La imagen de la muerte pasando las páginas de un libro para Un ballo in maschera en 1999-2000 dio la vuelta al mundo por su potencia visual y alegórica. La refinería de petróleo que diseñó Robert Carsen para Il trovatore en 2005-06 causó sensación. ¿Qué reservaría Graham Vick para Aída? A Vick, en un momento dulce de su carrera tras la estimulante experiencia con su compañía de ópera de Birmingham y el imponente resultado escénico de El anillo del nibelungo en el teatro São Carlos de Lisboa, le faltaba un triunfo en el melodrama italiano. Aída era su oportunidad. No la ha desaprovechado.

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Gérard Mortier afirmó una vez que Aída era la ópera más difícil de montar del repertorio italiano sin caer en el estereotipo o en soluciones a lo Zeffirelli. Graham Vick la ha situado en un espacio simbólico entre las ruinas de un monumento a la libertad, de resonancias tan americanas como orientales. El espacio está ocupado antes de comenzar la representación por gente normal, desde músicos callejeros hasta colectivos marginales o transculturales. Ahí se revive la ópera verdiana. Combinando con inteligencia espectacularidad e intimidad, integrando el agua como extraordinario elemento expresivo y dosificando con equilibrio vulgaridad con profundidad de sentimientos.

El gozo de la música

Vick domina el espacio y no renuncia a las emociones. Conmueve el aria final de Amneris, suplicando sin suerte compasión a los sacerdotes. Y se hace un nudo en la garganta al ver elevarse más de 30 metros a Aída y Radamés en una embarcación fúnebre al final de la ópera.

Es éste un montaje que invita a la reflexión y permite el gozo de la música gracias a una dirección dramáticamente eficaz de Carlo Rizzi al frente de la Sinfónica de Viena, a un elenco estupendo de cantantes -magnífica la Aída de Zvetelina Vassileva- y a un grupo coreográfico que impone la modernidad desde la recreación en las fuentes de la danza.

Imagen del grandioso dispositivo escénico para la <i>Aída</i><b> de Graham Vick en Bregenz.</b>
Imagen del grandioso dispositivo escénico para la Aída de Graham Vick en Bregenz.FESTIVAL DE BREGENZ

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