Los veteranos tomaron la palabra
San Sebastián los juntó. Hank Jones, 91 años; Roy Haynes, 83 años; y Carla Bley, 71 años. Los tres, en una tarde. Ahí es nada. La cosa empezó con el primero tocando el piano en formación de trío en el Kursaal. Jones -maneras de marqués- domina el difícil arte de estar siempre en el sitio, poco importa que sus dedos le respondan solo a medias. Lleva media vida interpretando las mismas piezas y consigue que el público salga convencido de que ha escuchado el concierto de su vida. Tres bises y corriendo a la Trinidad para escuchar al saxofonista Joe Lovano, músico sin ideas propias y con toda la técnica del mundo, acompañado por dos baterías y el contrabajo de Esperanza Spalding. En su concierto del viernes no solo tocó el saxo, también el aulochrome y el tarogató.
Luego vino Roy Haynes y, como siempre que este venerable señor pisa un escenario, aquello fue el acabóse. Tal energía desbocaba a su edad no es normal. Haynes es un baterista fastuoso y un tipo también muy singular, mitad dandy, mitad matón de barrio. Decir que se "comió" a sus dos compañeros de escena es atenerse a la realidad de los hechos.
Finalizó la noche de los jazzistas venerables en el teatro Victoria Eugenia con Carla Bley y su big band, en gala patrocinada por la revista Cuadernos de Jazz. La jazzwoman es persona inteligente que sabe reírse de sí misma, lo que constituye uno de sus rasgos característicos. Su capacidad para sorprender continuamente al oyente es otro. La orquesta más (pos)moderna del jazz contemporáneo terminó su actuación interpretando I hadn?t anyone till you, escrita por Ray Noble en 1938. Lo suyo en noches como esta.
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