"Estoy absolutamente tranquilo", declaró visiblemente nervioso
Luis Bárcenas acudió ayer con más de una hora de antelación y visiblemente nervioso a su comparecencia ante el juez Francisco Monterde, que instruye el caso Gürtel en el Tribunal Supremo, aunque a las decenas de periodistas que le esperaban a las puertas del alto tribunal les contó que se encontraba "absolutamente tranquilo".
Su paso por el control de accesos constituyó el indicio más relevante de su estado de ánimo. El detector de metales pitó a su paso y Barcenas, sorprendido, levantó los brazos, aunque los vigilantes jurados, que ya habían sido avisados de su llegada y le conocían, no tenían intención de cachearle.
Su estado de ofrecimiento fue tal que el vigilante no tuvo más remedio que pasarle el detector de mano, que volvió a pitar. Ninguno de los miembros del equipo de seguridad le preguntó qué era lo que sonaba y le dejaron pasar.
Bárcenas esperó a que llegara la hora de declarar en la llamada sala de pasos perdidos de abajo del Tribunal Supremo, donde, según personas que lo vieron, presentaba un estado próximo a la crispación, mientras su letrado le decía: "Tranquilo, tranquilo".
La salida, casi cuatro horas después de su llegada, fue apoteósica. Ante unos 70 periodistas afirmó que estaba "muy contento" por haber declarado y haber aportado pruebas que demuestran su inocencia. Su rostro, muy serio y cansado, reflejaba exactamente lo contrario.
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