Nostalgia y sones de Colombia

"A mí deme un aguardiente de caña de la caña de mis valles y el anís de mis montañas. No me den trago extranjero que es caro y no sabe a bueno, porque yo quiero siempre lo de mi tierra primero". Gloria Patricia repitió cada una de las estrofas de la canción que entonaba el dueto Zabala y Barrera, uno de los ocho grupos musicales que ayer se presentaron en el Gran Concierto de Música para la Convivencia, realizado en el parque Enrique Tierno Galván. Era el final de la semana de eventos culturales en la que los colombianos residentes en Madrid han celebrado los 199 años de independencia de España.

Las banderas con el amarillo, azul y rojo se movían con la brisa de las ocho y media de la tarde, hora a la que empezó el concierto. A Gloria Patricia las palabras del dueto le hicieron un nudo en la garganta y deseó tomarse un aguardiente, de esos que hablaba el famoso bambuco colombiano que entonaba el dueto y recordó a Pereira, la tierra de la que partió hace 10 años para viajar como inmigrante a Madrid. Ahora tiene nacionalidad española pero extraña su tierra. "Madrid es mi casa y tengo mucho que agradecerle, pero en Colombia están mis raíces", dice. Sintió nostalgia de las noches en las que se emborrachaba con aguardiente, esa bebida de caña y anís de su tierra, mientras bailaba salsa y vallenato.

"Madrid es mi casa, pero en Colombia están mis raíces", dice Gloria Patricia

Ayer, cerca de 15.000 colombianos se llenaron de nostalgia y bailaron los sones de su tierra: salsa, vallenato, cumbia y currulao. ¿Y dónde están los de Antioquia, los de Cali, los de la Costa Atlántica, los de Bogotá?, preguntaban los presentadores enumerando cada uno de los departamentos de Colombia. La respuesta eran gritos y aplausos.

Después, un niño vestido de blanco subió al escenario e hizo vibrar al parque. Era el nuevo Jilguero del Llano. Cantó y sus pies calzados con alpargatas bailaron al ritmo de un arpa. "Yo nací en una ribera del Arauca vibrador, soy hermano de la espuma, de las garzas, de las rosas y del sol", cantaba Cristian Bermúdez, de 13 años, que empezó su carrera musical a los cinco.

Amanda le miraba extasiada. Por unos minutos sentía que estaba en su Villavicencio, capital del departamento del Meta. Ella lleva 19 años en España; llegó sola a trabajar como empleada del hogar. Desde las cinco de la madrugada está en pie, limpiando oficinas, y al salir trabaja como asistenta por horas. Pero el esfuerzo le ha recompensado con la casa que le compró a su madre en Colombia y el piso que compró en Madrid. Aquí vive sola pero ayer se olvidó de su soledad, acompañada de sus compatriotas.

El sol se puso y las nostalgias se embriagaron con el sol del vallenato. Los colombianos bailaron al ritmo de los acordeones de Los Príncipes del Vallenato, un grupo musical formado por inmigrantes que viven en Madrid. Al acercarse la medianoche llegó un espectáculo del carnaval de Barranquilla, Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Hermosas mujeres con trajes coloridos bailaron una cumbia mientras la muerte se contorsionaba en el escenario. Llegaron con todo el sabor del Caribe colombiano. Las gaitas y las flautas de Millo celebraron la vida y la muerte al tiempo que Gloria Patricia se tomaba un aguardiente.

A las once de la noche le tocó a la Banda Folclórica Distrital de Barranquilla, formada por 40 jóvenes de los barrios más deprimidos de esa ciudad. Otra vez la cumbia tomó el escenario y el público estalló en aplausos cuando interpretaron Aguacero de mayo.

El cierre del espectáculo llegó casi a la medianoche. Los auténticos Gaiteros de San Jacinto, decanos de la cumbia en Colombia, hicieron su aparición. Con más de sesenta años de tradición, este grupo que en 2007 ganó el Grammy Latino cantó una cumbia. Se encendieron velas blancas mientras sonaban las gaitas. Y, por unas horas, gaitas, sombreros volteados y banderas hicieron que 15.000 colombianos se sintieran como en casa en Madrid.