De los primeros

Dos de los representantes más cualificados de los grandes bancos españoles (José Ignacio Goirigolzarri, consejero delegado del BBVA, y Francisco Luzón, director general del Santander) han expresado en los últimos días, en sendos seminarios, su confianza en que América Latina (AL) será una zona que saldrá pronto de la recesión. Más concretamente, que la región, gracias a lo que hizo antes de la crisis y, sobre todo, gracias a que no ha deteriorado sus equilibrios durante la misma, saldrá de la recesión pronto y con fuerza. Luzón apostó porque lo hará "no antes que EE UU o China, pero sí por delante de la mayor parte de los países desarrollados y de buena parte de los emergentes".

América Latina saldrá de la crisis después que EE UU y China, pero antes que las demás zonas del planeta

Ello sería una novedad, dado el historial de debacles financieras del subcontinente. Según el secretario de Hacienda mexicano, Agustín Carstens, desde 1980 hasta 2005 los países de AL han experimentado 46 episodios de crisis bancarias, un récord de inestabilidad macroeconómica y de fragilidad institucional que no se ha reproducido ahora. Goirigolzarri afirmó que en esta ocasión el papel que en la década de los noventa jugó AL lo están protagonizando los países de Europa Central.

La opinión de los dos bancos españoles sobre AL no es precisamente anecdótica. De las entidades internacionales que invirtieron en la misma desde mediados de los noventa hoy sólo quedan cuatro representativas de la banca comercial: Santander, BBVA, HSBC y Citi, por orden decreciente de su cuota de negocio. La ausencia de los demás, y una caída en la cuota de los bancos citados, hacen que hoy el principal protagonismo financiero en la región lo desempeñen los bancos privados nacionales. Desde esa fecha, la inversión conjunta de la banca española en los sistemas financieros de AL ha sido de unos 70.000 millones de dólares, básicamente en Brasil, México, Argentina y Chile. El Santander tiene una cuota en la región del 11,2% y el BBVA, del 6,4%.

La normalización de AL, en el momento de la crisis más grave y profunda desde la Gran Depresión, ha sido debida, entre otros aspectos, a tres cambios muy importantes. Primero, que los gobiernos que habían propiciado instituciones y acumulado márgenes de maniobra de política económica los han utilizado y han sido capaces de amortiguar los efectos domésticos de la recesión internacional. Segundo, que los ciudadanos de los países que han aplicado las anteriores políticas están acrecentando el apoyo a sus gobiernos, en una experiencia diferente a la de otras partes del mundo en las que la crisis se lleva por delante a los ejecutivos a quienes les ha tocado domesticarla; ello tiene mucha relevancia si se recuerda el ciclo electoral del subcontinente: hay 17 elecciones presidenciales entre las que se celebrarán en Uruguay en octubre y las de Venezuela de diciembre de 2012. Y tercero, y no menos importante, la presencia de Obama en la Casa Blanca, con indicios objetivos (el reconocimiento del narcotráfico, la apertura hacia Cuba, Brasil como "socio regional" de EE UU...) de que Latinoamérica está volviendo al radar de la política exterior norteamericana. -