¡Pobre pequeño empresario!

Resulta que el BCE ha prestado más de 400.000 millones de euros a los bancos europeos que lo han solicitado, a un interés del 1%. Resulta que las garantías presentadas por los bancos han sido activos que no tienen hoy en el mercado el valor asignado como garante.

Podría resultar que los bancos receptores del préstamo dedicasen ese dinero a sanear sus cuentas, dañadas por su mala gestión. O, caso inaudito, que abriesen líneas de crédito accesibles para los pequeños empresarios. La carga de la prueba: vayan ustedes, modestos autónomos o propietarios de empresas, a un banco a pedir un crédito, pongamos por caso, de 100.000 euros. Las garantías que le pedirán serán desproporcionadas, al alza, con el montante del crédito. El interés no tendrá nada que ver con el 1% a ellos aplicado. Será, como poco, del 6%, lo cual supone un diferencial mayor, es decir, un beneficio para la banca probablemente más alto del que obtenían en anteriores épocas de bonanza económica.

Esto quiere decir que, con el dinero del contribuyente, se está intentando sanear a la banca europea para que refloten la actividad empresarial, pero el flujo no llega a su destino final.

En palabras llanas, con un poco de agua de cada uno estamos alimentando las nubes para que la lluvia descargue en beneficio de todos, pero las precipitaciones están teledirigidas por los de siempre, para engorde de su actual esperpéntico predio.

¿Para cuándo, señora Salgado, una oficina estatal que atienda con rigor las necesidades de la pequeña empresa y antes de que se acaben los 9.000 millones de euros quede algo para las pymes? Aprovecho para opinar que con esa cantidad tan ridícula podrán solucionar tal vez el problema de las cajas... de puros.