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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Béla Király, líder militar en la revolución húngara

En 1956 dirigió las tropas que pedían elecciones libres

Béla Király, jefe del Ejército en la revolución húngara de 1956, murió en Budapest el 4 de julio, mientras dormía. Tenía 97 años y fue una figura destacada del exilio húngaro durante la era de János Kádár (secretario general del Partido Comunista de Hungría entre 1956 y 1988).

Nacido el 14 de abril de 1912 en Kaposvár, al suroeste de Budapest, se hizo militar en 1930. Un total de 10 años después, con Hungría inmersa en la II Guerra Mundial como aliada de los nazis, le enviaron "a oler la pólvora", según dijo en una entrevista.

En Ucrania capitaneó un batallón de prisioneros judíos a los que, desobedeciendo las órdenes de sus superiores, trató como si fueran soldados de pleno derecho. Por esta acción le fue concedido, en 1993, un galardón del Memorial del Holocausto de Jerusalén.

Fue capturado por los rusos en una escaramuza y condenado a trabajos forzados. Pero consiguió escapar del tren que le llevaba hacia las prisiones de Siberia y regresó a Hungría caminando, cruzando los Cárpatos.

Terminada la guerra, se afilió al partido comunista y alcanzó el rango de general. Su suerte se torció cuando los dirigentes estalinistas del partido le acusaron de ser un espía al servicio de Estados Unidos. Encarcelado y sentenciado a muerte, permaneció incomunicado durante cuatro años.

Entre rejas supo de la muerte de Stalin. El prisionero de la celda de al lado se lo hizo saber golpeando la pared que les separaba, utilizando el código Morse. La desaparición del dictador le favoreció. En 1956 fue amnistiado y empezó a colaborar con Imre Nagy, el político que intentaba alejarse de la órbita soviética y construir una vía húngara al socialismo.

La revolución obrera y estudiantil llegó en octubre de ese año, cuando él se recuperaba de una operación quirúrgica. Al escuchar el ruido de los disparos con los que la policía reprimía a los manifestantes, se fugó del hospital y se puso al servicio de Nagy, que lideraba la revuelta tras la caída del Gobierno.

Evitar un baño de sangre

Con la misión de coordinar las protestas, fue nombrado jefe del Consejo Revolucionario de Defensa Nacional. Király tuvo bajo su mando a 26.000 civiles y 30.000 militares que exigían la convocatoria de elecciones libres. Las tropas soviéticas -100.000 soldados y 4.500 tanques- invadieron Hungría ante la impotencia de Király, que contuvo en lo posible a sus hombres para evitar un baño de sangre.

Imre Nagy, al que Király describió como "un verdadero patriota y un hombre decente", fue apresado y trasladado a Rumania. Dos años después sería juzgado en secreto y ahorcado en Budapest. Király siempre calificó la revolución húngara de 1956 como "el principio del fin de la Unión Soviética, porque tuvo más efecto en las mentes de aquéllos que creían en el comunismo que en las de aquéllos que no creían".

Su nombre estaba en una lista de la KGB en la que se ordenaba la ejecución de cinco altos cargos húngaros. Una vez más, consiguió huir. Ayudado por un agente de la CIA, voló a Austria y más tarde a Estados Unidos. Allí se doctoró por la Universidad de Columbia y desde 1964 enseñó Historia Militar en el Brooklyn College (Universidad de Nueva York).

Se convirtió en uno de los principales críticos del régimen de János Kádár y publicó más de 20 libros sobre Historia y Política, además de docenas de estudios científicos.

Tras el colapso de la Unión Soviética, ocupó un escaño como independiente en el Parlamento de Hungría, entre 1990 y 1994. En 2004 fue designado miembro de la Academia de las Ciencias húngara.

Király, que creía haber gozado de "una suerte tremenda" a lo largo de su vida, ha conseguido escaparse de nuevo, esta vez para siempre.

Béla Kírály, en marzo de 2008.
Béla Kírály, en marzo de 2008.

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