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El Orgullo cuelga el cartel de lleno

El desfile colapsa el centro de Madrid durante más de seis horas - Centenares de miles de personas desfilan bajo el lema 'Escuelas sin armarios'

¿Estará Daniel ahí abajo? Podría ser cualquiera: el de las alitas de ángel, el policía con tacones, la María Antonieta de dos metros y medio plataformas y pelucón mediante, el chaval con camiseta y vaqueros que apura un calimocho... Carmen se acuerda perfectamente de Daniel, un estudiante de tercero de ESO al que daba clase en una escuela de Fuenlabrada hace ya seis o siete años. "Tuvo que dejar el instituto por lo mucho que le machacaban". Era buen alumno. Pero diferente. Le llamaban mariquita y gallina. Y no pudo más. "Para un profesor, eso es un fracaso. Para mí, desde luego, lo fue", dice. Y vuelve a mirar abajo, desde la habitación de hotel que ha alquilado con su esposa, a una Gran Vía repleta de cuerpos cada vez con menos ropa encima. Acaba de pasar la pancarta del Orgullo Gay 2009: "Escuela sin armarios", pone. Pues eso.

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"Todos tenemos que ayudar a que la escuela sea un espacio seguro para la diversidad, porque lo que se aprende de pequeño se queda para siempre", decía la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, un rato antes, en la Puerta de Alcalá. A su lado, representantes del PSOE, de IU, líderes sindicales, del movimiento gay... Ni rastro del PP. Empezaba la manifestación -"política", insistía la megafonía- del Orgullo 2009. Como siempre, a ritmo de A quién le importa.

31 carrozas

Los organizadores esperaban más de un millón de personas para ver las 31 carrozas. Imposible calcularlo, pero a más de uno le parecía perfectamente plausible. "Esto está que no se cabe. Cada año más gente", bufaba Luisa, de 45 años, en la Red de San Luis. Se quejaba de agobio, pero bien que movía la cadera con el chunda chunda de las carrozas. "Es cierto que molesta, pero espero que no se lleven la fiesta de Chueca. ¿Dónde mejor que aquí?".

Era el inicio de un lento, lentísimo peregrinar de danzarines sudorosos, cubiertos con sombreros, envueltos en banderas del arco iris, al son de los pinchadiscos de las carrozas a lo largo de las arterias más nobles de la ciudad, Alcalá y Gran Vía. Era el momento de los chulazos con el torso desnudo aplicados a corear a los de arriba, de las miles de cámaras de fotos, de los disfraces con purpurina y plumas, el postureo ante los flashes, del trasegar de hielo y bebidas en los chinos, de las pistolas de agua y los abanicos multicolores.

Del trance de los encaramados a las carrozas (hasta el punto que uno de ellos, un hombre de 49 años cayó del autobús descubierto de Aegal, el de los organizadores y sufrió golpes en la clavícula y brazo derechos), de los balcones repletos, al sol de un atardecer que vio llenarse el corazón de Madrid. El Samur atendió a 40 personas por problemas leves.

"El armario es para la ropa", decía Gonzalo con el desparpajo que dan los 17 años. Sonaba la versión cachonda del Dragostea din tei de los Morancos y Gonzalo y sus amigos del instituto cantaban, con coreografía incluida, "Marica, ¿quién? ¿Marica tú? ¿Marica yo? Marica, ha, ha". ¿Discriminación en el cole? "Sí que la hay, porque siempre hay alumnos con padres antiguos que les meten ideas en la cabeza". En Gran Vía, la marabunta gritaba "otro, otro" para pedir más cubos de agua, que volaban desde las habitaciones de los hoteles. Hoteles llenos como el Villa de la Reina, que de las 21 habitaciones con vistas a la Gran Vía, sólo tres estaban vacías. "Y porque no se abren las puertas del balcón", explicaba Miguel, el recepcionista. Mucha gente. Tanta que casi todos los hoteles y hostales estaban al completo este fin de semana, según la Asociación Empresarial Hotelera de Madrid.

"¡Dame condones, dame condones!", vociferaba el personal cuando pasaba la carroza de Madrid Positivo. Esta asociación repartió durante la marcha más de 10.000 preservativos.

"Condón=vida. Papa=sida", decían varios carteles. Las pancartas todavía se acordaban de que el PP aún tiene recurrido el matrimonio gay. "Hay que exigirle una vez más que retire su impresentable recurso", afirmaba el secretario de movimientos sociales del PSOE y concejal de Madrid, Pedro Zerolo. Aunque aún quedan muchos obstáculos por superar, España es ya un referente mundial de la libertad sexual y son muchos los que este año han venido a vivir el Orgullo. En la camiseta azul pitufo de dos tortolitas podía leerse en italiano el lema de "lesbiana: busco aquí los derechos que en Italia me niegan". Son Samantha y Valentina, dos genovesas que tiene muy claro su sueño: "Casarnos y tener hijos". Tienen 22 años y están deseando vivir en España. "En Italia no existe esta libertad, no podemos comportarnos normalmente, nos miran como si fuésemos bichos raros", se lamentan.

Entre morreo y morreo, Carlos y Alberto comentaban la cantidad de inmigrantes que había entre la multitud. "Nadie mejor que ellos, que sufren la discriminación en su propia piel, para entendernos", afirmaba un asistente. "Este es el mejor ejemplo de integración", decía Manuela entre saltitos. Es su primera vez en el Orgullo y estaba sorprendida.

Cuando la cabecera llegó a la plaza de España, intervino Desirée Chacón, secretaria general de la FELGBT, que exigió en el manifiesto que la escuela tenga huecos para la diversidad sexual. La mitad de los chavales sufre acoso en el colegio o el instituto. "Por eso desde aquí pedimos educación, educación, educación", afirmó. Se ha conseguido la igualdad legal, recordó, pero no la real. Y también recordó que hace 40 años, en un bar gay de Nueva York llamado Stonewall, empezó el movimiento por los derechos de los homosexuales. Entonces, en España gobernaba Franco y los gays iban a la cárcel. Hoy, no todos los estadounidenses pueden casarse. Pero en España, cuya capital estalló ayer en fiesta y reivindicación, sí.

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