La actitud de los Gobiernos distingue la crisis actual de la de 1929

Globales, por sorpresa e igualmente devastadoras, la crisis del 29 y la actual tienen rasgos en común. "Como entonces, se ha roto el espejismo" de que el capitalismo es un Estado de bienestar continuo, afirmó ayer Pablo Martín Aceña, catedrático de Historia Económica de la Universidad de Alcalá de Henares, quien analizó los parecidos y las diferencias de estas dos crisis.

La mayor capacidad de reacción y la ausencia de tensiones ideológicas son las claves que diferenciarán la forma de superar la crisis, a juicio del catedrático. Aceña hizo estas reflexiones en un encuentro organizado por la Cátedra de Estudios Iberoamericanos Jesús de Polanco, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

¿Estamos ante una nueva gran depresión? ¿Qué legado nos va a dejar? Aceña desgranó lo que supuso la crisis a finales de los años veinte: "En aquel momento no hubo reacción, o al menos fue tímida y equivocada"; tampoco había consenso, "ahora nadie quiere destruir el sistema libre de mercado. Eso ha facilitado la cooperación".

El Estado también juega ahora, 80 años después, un papel muy distinto. Los Gobiernos han actuado masivamente para rescatar a las economías, y eso ha sido vital a juicio del catedrático. Pero advirtió de que se corre un riesgo "moral", porque "las consecuencias pueden ser fatales".

El encuentro también versó sobre la situación de América Latina, región que muchos creen que se verá menos afectada. La crisis, explicó José Antonio Alonso, director del Instituto Complutense de Estudios Internacionales, la padecerán "más los países más abiertos, los que dependan más de los mercados exteriores y de financiación internacional como el turismo y las remesas".