Un español testigo del siglo XX
Tenía poco más de veinte años cuando Enrique Meneses decidió dejar la oscuridad del Madrid de la posguerra para instalarse en París en casa de su madre, una mujer de clase media que trabajaba en la alta costura y que acumulaba más títulos que dinero (el padre era uno de los fundadores de las platerías Meneses). Después de varios meses de vagabundeo con un amigo uruguayo, planteó a su madre que se quería ir a Oriente Próximo a hacer fotografías. Le compró una cámara y un billete de ida. Ahí empezó todo.
A punto de cumplir 80 años, Meneses conserva la lucidez y el porte de sus mejores años de juventud. Vive solo en un piso de la Ciudad de los Periodistas, en Madrid. Cobra poco más de la pensión mínima de los que no han contribuido (en torno a 300 euros), pero es rico en amigos y en recuerdos. Su casa está atiborrada de libros, objetos de toda clase y, sobre todo, de fotografías. Están los retratos de las mujeres con las que ha compartido su vida. Sus hijas, sus nietas. Y toda una extensísima galería de personajes que, por una u otra razón, han protagonizado la historia del siglo pasado: Martin Luther King, J. F. Kennedy y Jackie, Paul Newman, Marlon Brando, Anthony Perkins, Hitchcock, Salvador Dalí, Sidney Poitier, Mel Ferrer, Pablo Picasso, Luis Miguel Dominguín o Charles Aznavour y una larguísima lista de celebridades.
"Sólo me ha interesado la gente que destaca. En lo que sea. Detesto la vulgaridad", dice Meneses
De cada uno de ellos, Enrique Meneses tiene una historia que contar: "Todos han sido especiales porque sólo me ha interesado la gente que destaca. En lo que sea. No importa en qué. Detesto la vulgaridad". También ha detestado siempre el hecho de permanecer atado a la plantilla de una publicación, "porque siempre he querido ser yo el que decidía lo que era interesante".
Como free lance, realizó su reportaje más famoso: puso caras y dio credibilidad ante el mundo al grupo de rebeldes de Sierra Maestra, en Cuba. El scoop publicado por la revista francesa Paris Match marcó un hito en la historia del periodismo. El gran reportero gráfico acaricia ahora las páginas amarillentas de uno de aquellos míticos ejemplares.
Pero su historia no se limita sólo al reportaje que inmortalizó a la guerrilla castrista. Otro de sus trabajos más conocidos es el dedicado a las manifestaciones multitudinarias sobre Washington lideradas por Martin Luther King. Los primeros planos de rostros del mundo del espectáculo (Sammy Davis, Marlon Brando) se mezclaban con auténticas riadas humanas en contra de la segregación racial. Sus imágenes sobre la Guerra de los Seis Díaso su forma de enfocar los funerales del presidente Kennedy, son dos de las muchas historias que contribuyeron a consolidar su fama como fotorreportero internacional. India, Oriente Próximo, Rodesia (Zimbabue) y Centroamérica son algunos de los escenarios en los que ha sido testigo con su cámara, para después contar lo que ocurría a todo el mundo. Y junto al reportaje, el retrato, los rostros de los protagonistas de cada acontecimiento.
A estas alturas de la vida, Meneses destaca los recuerdos de la gran cantidad de personas que conoció durante todos estos acontecimientos. Su encanto natural, unido al dominio de seis idiomas, incluidos el árabe y el japonés, le facilitaban el acercamiento. "Siempre viajaba con dos maletas no muy grandes. En una de ellas, invariablemente, metía un jamón de Jabugo. ¡No sabes los favores que he conseguido invitando a jamón. Y de los apuros que me ha sacado!".
Los trucos para conseguir que su material saliera de zonas de conflicto rumbo a las páginas de la prensa han sido muchos. Uno de los más pintorescos fue precisamente el utilizado en Cuba con los negativos del reportaje de Sierra Maestra: pegados a las enaguas de una de las pocas mujeres que podía entrar y salir, Piedad Ferrer. "Al principio", recuerda, "no sabes cómo Guevara y Fidel se pusieron de contentos con las fotos. Después me retiraron la palabra porque se habían confundido. Yo no era su propagandista. Era y soy un periodista que, por cierto, fue encerrado en las cárceles de Batista precisamente por esas fotos".
Recuerda también el maestro que, en realidad, las fotos de Cuba no fueron expresamente buscadas. Llegó a la isla caribeña a rastras de una enmarañada relación con una prima, Blanca Núñez, de la que ahora no recuerda si estaba o no enamorado. "Ella dijo luego que sí. Yo no lo sé, pero la verdad es que una vez allí, la suerte y el instinto me facilitaron la entrada al campo de los guerrilleros".
Confiesa que no tiene una cámara fetiche. Aunque le cuesta separarse de su vieja Olympus y asegura disfrutar con los trabajos de los fotorreporteros españoles.
A mediados de la década de los sesenta, decidió parar un poco y montó la agencia Fotopress. De ahí pasó a TVE con programas como A toda plana o Los reporteros.
Dirigió la edición española de la revista Playboy y según su salud se lo fue impidiendo, abandonó poco a poco la cámara. Los libros y sus colaboraciones diarias en la prensa digital le tienen ocupado todo el día. "No estoy para salir corriendo", bromea, "pero seguiré opinando hasta el último momento. Cada día escribo sobre lo que me llama la atención. Apañados están los que crean que estoy fuera de foco".
Enrique Meneses, una retrospectiva. EFTI (www.efti.es). Madrid. Hasta el 7 de julio. www.enriquemeneses.com/
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