Pedro Álvarez-Tabío, la memoria de la revolución cubana

No es exagerado decir que, desde hace treinta años, Pedro Álvarez-Tabío, fallecido en La Habana el 13 de junio, era la memoria de la revolución cubana. Editor de Fidel Castro y un cercano colaborador, solía acompañar al líder cubano en sus salidas internacionales y era su mano derecha en entrevistas y encuentros con intelectuales y personalidades extranjeras, aportando datos precisos sobre sucesos históricos.

A finales de los años setenta comenzó a trabajar con Celia Sánchez, la mítica ayudante de Castro, y tras su muerte, en 1980, dirigió la Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado y en 1994, también la Oficina de Asuntos Históricos del mismo organismo. Desde entonces se convirtió en recopilador y guardián de la memoria revolucionaria.

Labor ingente

Su labor como historiador de la revolución es ingente. Escribió más de 20 libros sobre el proceso revolucionario, sus protagonistas y las luchas que dieron lugar a la victoria del 1 de enero de 1959. Como editor trabajó en más de 800 títulos sobre la historia de Cuba, siendo coautor de varios de ellos. Desde 1981 fue el editor de los libros de Castro, como La crisis económica y social del mundo y los libros de entrevistas Fidel y la religión, con Frei Betto; Un encuentro con Fidel, con Gianni Miná, y Un grano de maíz, con Tomás Borge.

Más recientemente fue el editor y corrector del libro que Castro realizó con el periodista y escritor español Ignacio Ramonet, Cien horas con Fidel, la más completa memoria del líder cubano escrita hasta ahora. Ramonet lo consideró su "tercer autor".

Nacido en La Habana en 1941, era hijo del eminente jurista cubano Fernando Álvarez-Tabío y de la escultora Rita Longa. Se licenció en Derecho y era doctor en Ciencias Sociales. Entre 1961 y 1968 fue funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores y estuvo destacado en la Misión Permanente de Cuba ante las Naciones Unidas en Nueva York. Fue el diplomático más joven que ocupó el cargo.

Además de ser historiador y editor, protegió y rescató valores patrimoniales en Sierra Maestra, donde identificó y señalizó más de 300 sitios históricos. Realizó también los guiones museográficos de más de 20 museos locales, como el de la Comandancia de La Plata, desde donde Castro dirigió la guerra de guerrillas, y era responsable de la atención al Área Histórica de Birán, donde nacieron los hermanos Castro.

Realizó documentales, como Los pasos de la guerra; Celia, leyenda y presencia, y Cuando pienso en el Che, y más de 20 reportajes sobre viajes de Castro por el mundo, en colaboración con el realizador Roberto Chile. Obtuvo los premios nacionales de Historia y Edición de Cuba, donde se le consideraba un sabio.