Sugestión artística a la baja
Sónar cierra con 74.000 visitas - Orbital decepcionó y Crystal Castles se quedó sin sonido - Niños y padres bailan 'house' juntos en el Sónar Kids
Mantenerse es un éxito, y eso ha hecho el Sónar en la edición 2009, mantenerse. Apenas mil espectadores menos que el año anterior sitúan los números del presente en unas 74.000 visitas, coronando con el éxito numérico un certamen que este año había reducido escenarios y presupuesto. Menos alentador resulta el balance artístico, que era tradicional que se salvase con la letra minúscula del cartel. En la última jornada nocturna, fiascos inexplicables como la actuación de Crystal Castles, empachos de sinfonismo gótico con Fever Ray y baños de nostalgia geriátrica como el de Orbital sólo fueron compensados por la imaginación de Animal Collective, el clasicismo gris de Moderat y el incombustible Jeff Mills, aún hoy la apuesta seria y estable de un festival que a sus 16 años plantea unas cuantas preguntas.
La principal es por qué envejecen tan mal las figuras de la electrónica. El botón de muestra fue Orbital, cuya grosera receta rítmica apelando a la nostalgia les hizo parecer unos dinosaurios. La cuota clásica la salvaron Moderat, efectivos aunque no idóneos para ocupar un escenario tan grande y tan tarde. Y por supuesto el gran Jeff Mills, un valor seguro capaz de asombrar en dos sets en la misma edición del Sónar. Con Animal Collective salvando el par de la noche con un concierto imaginativo y difícil en el que las canciones parecían no arrancar jamás, el empacho sinfónico gótico de Fever Ray devolvió el bostezo a una jornada que se cerró con la inexplicable chapuza de Crystal Castles, cuyo concierto no se oyó por alguna metedura de pata que, según la organización, corresponde al propio grupo. Su vocalista acabó atizando con el micro a un empleado de seguridad, poniendo así el broche a una noche marcada por grupos que envejecen mal y por otros que no saben crecer.
Ya el domingo, el Sónar se reiventó en Kids. Padres, madres, niños y niñas bailando juntos house, hip-hop o música francesa; pintando, jugando, paseando o cantando sin que los progenitores tutelasen una diversión compartida. El Sónar Kids, paraíso lúdico que ha vuelto a acoger a la generación que estrenó el Sónar en 1994, demostró ser una iniciativa espléndida para familias que desean ampliar sus referentes culturales y de ocio.
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