Madrid en una foto

De 1.200 trabajos presentados, procedentes de hasta 23 países, quedaron 110. Y de 110, elegimos seis: los madrileños (de nacimiento o adopción) cuyos proyectos fueron seleccionados en la categoría de Descubrimientos en esta última edición de PHotoEspaña (PHE09), que entregará sus premios mañana por la tarde en la Naves del Español en el centro Cultural Matadero de Legazpi, una de las sedes del festival.

EL PAÍS le ha pedido a estos seis finalistas afincados en Madrid que elaborasen o escogieran una imagen suya que representase su idea de esta ciudad. El resultado son seis miradas, la mayor parte de ellas elaboradas en exclusiva para este periódico, que implican toda una filosofía, una manera de trabajar y de entender el mundo que les rodea. Seis perspectivas de seis nuevos talentos reconocidos por uno de los certámenes de fotografía más prestigiosos nacional e internacionalmente.

La exposición del Complejo del Águila tiene lo mejor de la fotografía emergente

Prevalece una idea de la ciudad como un lugar que bulle con seres anónimos

Porque Descubrimientos es precisamente eso, una muestra colectiva que sirve de escaparate para la mejor fotografía emergente internacional. Este año, además, ha presentado alguna novedad: el programa se ha ampliado y ha tenido como sedes, además de Madrid, los centros culturales de España en México DF y Lima, gracias a la colaboración de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).

Y este año también, por primera vez, estaban ahí María Platero Escribano (Madrid, 1976), con su serie How to have a midlelife crisis (Cómo tener la crisis de la mediana edad) llena de retratos y que después se hacía con el premio de la Fundación Canal (El Agua de Madrid) con su foto Cabeza Canoa (en la página 2); Víctor Garrido (Luarca, Asturias, 1979) concursaba con su serie sobre Shanghai, todo un empeño por plasmar el proceso de transformación (y unifomización) de una ciudad; Pilar García Merino (Madrid, 1976), con Las edades de la vida, una serie de fotoescenas creadas por ella misma; Rodrigo Gonzalo Encinar (Burgos, 1978), con Noctámbula, una investigación sobre la búsqueda de la espiritualidad de los monjes cartujos del monasterio de clausura de la Cartuja de Miraflores, en Burgos; Lourdes Cabrera Muñoz (Córdoba, 1979), con Lost road, una inquietante secuencia de escenas campestres con multitud de veladas alusiones a Lost highway, la película de David Lynch; y Binu Bhaskar (India, 1973), con Crowds (Multitudes), una serie de fotos sobre las masas humanas y sus comportamientos.

Cada uno llegó a Madrid de una manera (por nacimiento, como Pilar y María; por estudios, como Rodrigo; por amor, como Binu...), al igual que a la fotografía (con una Polaroid desde los 10 años, en el caso de Pilar; tras el descubrimiento del poder de la imagen en la Facultad de Bellas Artes, como Rodrigo; o convirtiendo un hobby en una profesión, como María...) y, sin embargo, coinciden en reseñar varias características de esta ciudad que podrían resumirse en una idea: Madrid es un lugar en constante movimiento, un sitio que bulle y que está lleno de seres y sitios anónimos.

"Yo me dedico por completo a la fotografía artística, podría llamarse también fotografía escenificada", dice Pilar, que estudió Ciencias de la Información antes de dedicarse en exclusiva a la fotografía. Ahora hace exposiciones y vende cuadros, además de algún trabajo comercial.

"Mi siguiente trabajo es en Dubai, pero me gustaría poder seguir con un pie en Madrid, tiene un ritmo distinto a cualquier ciudad", dice Binu Bhaskar, interesado por las multitudes y que estudió Bellas Artes en Albany, Australia.

Un concepto mucho más intimista de la fotografía es el de Rodrigo, que se ha pasado años visitando regularmente a los monjes cartujos.

"He elegido una vista de los tejados de Madrid que hice un día espontáneamente porque refleja algo anodino. Hay una parte de las ciudades que es igual en casi todas partes, ésa", cuenta este chico de 31 años que hizo Bellas Artes en Salamanca, pero que decidió irse a Núremberg (Alemania) durante seis años para especializarse: "Es un país con mucha tradición fotográfica", asegura. Ahora trabaja como diseñador gráfico y sigue con sus fotos en serie.

Lourdes, bióloga, es hoy asistente de fotografía, porque el hobbie ha podido más que la formación. También tiene un concepto más íntimo de la imagen y trata sus retratos casi como estudiaría un organismo vivo: "Generando las condiciones óptimas para que sea quien es y, entonces, atrapar su esencia". Otros, como el asturiano Victor Garrido, a pesar de dedicarse a la moda y a la publicidad, viven más preocupados por la cotidianidad, por lo que se nos escapa casi sin quierer. "Me interesan los espacios, los rincones, Madrid es un cúmulo de rincones que reivindican su sitio", asegura.

La fotografía de María, que antes se dedicaba a la industria del Turismo, tiene ya, a sus 33 años, un caracter nostálgico: "Retrato a gente de mediana edad, gente cargada de recuerdos, y siempre encuentro algún elemento para romper, algo que le de un caracter absurdo, patético, triste y a la vez cómico", cuenta.

El Complejo El Águila es la sede que acoge la exposición colectiva de Descubrimientos PHE hasta el próximo 26 de julio.

El premio correspondiente a esta categoría se entregará también mañana. La ganadora es Alejandra Laviada (México, 1980) y el premio consiste en una exposición individual en la siguiente edición de PHotoEspaña. Así, esta muestra supone una oportunidad única para los finalistas de mostrar su obra al gran público. He aquí seis miradas de Madrid o cómo sintetizar esta ciudad en una sola foto.