Superpotencia en mariposas
Un libro recoge las 147 especies diurnas de Madrid, entre ellas una que se creía extinta desde 1853
Madrid registra un combate silencioso que se libra a cada instante. Los enemigos son, a un lado, el asfalto; enfrente, pequeños seres que pese a su vuelo torpe y a la frágil textura de sus cuerpos, mantienen el reto e inundan el éter de su delicada belleza. Son las 147 especies de mariposas diurnas que alberga la región madrileña. En los 8.000 kilómetros cuadrados de superficie regional, un 1,6% del territorio nacional, vive una representación de hasta el 63% del total de mariposas de España, 230 especies. Proceden de ecosistemas tan lejanos como el atlántico, el norafricano o el siberiano. El milagro es resultado de la singularidad de los biotopos madrileños, espacios ecológicos cuya conjunción de atmósfera, fauna y flora posibilitan su vida.
Pero las mariposas están en permanente peligro: la construcción de un solo kilómetro de autopista puede hacer desaparecer para siempre una especie. Otra, sin embargo, ha reaparecido. Es la Thecla betulae o mariposa topacio de la que sólo quedaba una mención hecha en 1853 por Mariano de la Paz Graells, padre de la entomología madrileña. Quienes la han hallado son dos entomólogos, Juan Carlos Vicente y Antonio García, autores del libro Mariposas diurnas de la Comunidad de Madrid, de Ediciones La Librería, presentado ayer en La Casa Encendida de Cajamadrid. El libro, que se vende a 39,95 euros, ha sido ilustrado con dibujos, fotografías y mapas realizados con información acopiada durante 20 años por De Vicente y García, entusiastas del estudio de los lepidópteros, que los han ido a buscar a los enclaves naturales donde las mariposas viven refugiadas. Son parajes como los valles del Lozoya; la sierra Pobre y la de Guadarrama; el Mar de Ontígola, una laguna próxima a Aranjuez; El Regajal; los endrinales del suroeste de la región o los pinares que siguen el curso del Alberche. "Todas las fotografías corresponden a mariposas vivas y han sido tomadas directamente en su hábitat", explica Juan Carlos de Vicente, de 38 años, profesor de actividades medioambientales. Antonio García, ferroviario, también ha dedicado sus mejores afanes a estudiar estos insectos que pugnan cada instante de sus efímeras vidas para perpetuar su especie.
Del hallazgo de la mariposa topacio, perdida desde hace siglo y medio, De Vicente explica: "Pese a ser designada en relación con el abedul -betulae- se alimenta de endrinas". Y se permite añadir: "Graells, que era un excelente entomólogo, no tenía los instrumentos de cotejo de información con los que hoy contamos". A su juicio, "una de las más bellas de Madrid es la Inachis io, o mariposa pavo real que se alimenta de ortigas en la mitad norte del territorio regional". Elude precisar el lugar donde vive. "No es la primera vez que por decir su ubicación una especie desaparece", aclara.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.