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En clave andaluza

Los resultados de cualquier elección pueden ser interpretados desde múltiples puntos de vista, como todos los ciudadanos lo comprobamos cada noche electoral. Las europeas celebradas el pasado domingo, no han sido una excepción.

La que voy a proponer a continuación va a tomar como punto de partida el debate que se produjo en nuestra comunidad autónoma tras la sustitución de Manuel Chaves por José Antonio Griñán en la presidencia de la Junta de Andalucía. Me parece interesante confrontar los resultados del domingo pasado en Andalucía con el discurso del presidente andaluz del PP, Javier Arenas, en la sesión de investidura en el Parlamento de Andalucía.

Como el lector recordará, la intervención de Javier Arenas se centró en denunciar la falta de legitimidad del nuevo presidente de la Junta de Andalucía. Falta de legitimidad de origen, en primer lugar, ya que José Antonio Griñán no se convertía en presidente de la Junta de Andalucía como consecuencia del resultado de las urnas, sino por una oscura maniobra urdida entre bastidores. Falta de legitimidad de ejercicio, en segundo lugar, porque en cuanto vicepresidente económico en el Gobierno presidido por Manuel Chaves debía ser considerado responsable de la situación económica de la comunidad autónoma definida por él como catastrófica. De ahí que Javier Arenas reclamara la disolución anticipada del Parlamento y la convocatoria de nuevas elecciones y que hablara, en todo caso, de la moción de censura que estaba en la calle, aunque la aritmética parlamentaria no permitiera que tal moción pudiera prosperar jurídicamente.

Los resultados de las elecciones europeas en Andalucía, que son las primeras que José Antonio Griñán ha vivido como presidente de la Junta de Andalucía, no es que no avalen el discurso del presidente del PP, sino que lo refutan de manera inequívoca. En unas elecciones celebradas en las condiciones más adversas y que han sido propicias tradicionalmente para que los ciudadanos depositen lo que comúnmente se conoce como voto de castigo, el PSOE presidido por José Antonio Griñán ha aguantado el tipo, consiguiendo un resultado que le continuaría proporcionando una mayoría absoluta en el Parlamento de Andalucía.

No hay, ni de lejos, nada que se aproxime a un ambiente ciudadano de moción de censura al presidente de la Junta de Andalucía, del que pudiera desprenderse una presunción de falta de legitimidad del mismo. Todo lo contrario. Los resultados confirman que los ciudadanos siguen considerando al PSOE con el nuevo presidente, exactamente igual que ocurría con el anterior, como el partido claramente preferido para que dirija políticamente la comunidad autónoma.

Esta conclusión se ve reafirmada todavía más si tomamos en consideración el dato de una participación muy baja, que, como van empezando a indicar los estudios poselectorales, ha afectado de manera negativa al PSOE en mucha mayor medida que al PP. Con una participación que se situara en torno al 70% y no digamos nada con una que subiera del 75%, la distancia entre el PSOE y el PP habría sido mayor, aún siendo considerable la del 8% del pasado domingo.

De aquí al 2012 pueden pasar muchas cosas, pero no hay nada en este momento que permita a Javier Arenas argumentar que José Antonio Griñán no tiene legitimidad para ser presidente de la Junta de Andalucía y que él tiene legitimidad para ser algo más que líder del principal partido de la oposición. Lo más probable, a tenor de la evidencia histórica disponible, es que, después de 2012, los ciudadanos sigan pensando lo que han indicado los resultados del pasado domingo que piensan. Y van...

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