Tan oscuro
Superado el pretexto, olvidémonos de Europa. Esta es la diferencia entre el antes y el después, la existente entre el pretexto y el silencio. Para constatarlo basta con leer los titulares de prensa del día después. Con todos los matices interesados que puedan caber de por medio, sabremos quién ha ganado las elecciones españolas -o las vascas, si leemos la prensa local-. Y si nos interesamos por esa noticia, y seguimos leyendo, nos informaremos sobre las posibles consecuencias de esos resultados en el corto y medio plazo de la política española, o de la política vasca. Es normal, se me objetará; pues bien, no, es anormal. Es tan anormal como mi propia ignorancia de los resultados de unas elecciones en las que acabo de participar.
Lo confieso, no tengo ni idea de lo que significan esos resultados, y, si ustedes son sinceros, coincidirán conmigo en ese tonto estupor. Como una noticia de segundo orden, les habrán informado de que en Europa han ganado los conservadores, han retrocedido los socialistas y han avanzado los verdes -que sí han realizado una campaña europeísta-, y se perderán luego en una sopa de letras cuyas entrañas les resultarán inextricables. Pero, aun limitándonos a lo más familiar, ¿podrá decirme alguien qué significa que hayan ganado los conservadores? ¿Habrá mayor coincidencia respecto a la política europea entre los conservadores británicos, pongo por caso, y los conservadores franceses, que la que podía haber entre estos últimos y los laboristas ingleses? Seguramente no, pero esto es algo que no puedo entrever bajo la consideración general de que hayan ganado los conservadores.
La política europea es muy compleja y no creo que sea suficiente para su comprensión reducirla al juego habitual entre familias ideológicas. Cuentan otros muchos factores, como las idiosincrasias y los intereses nacionales, o el mayor o menor peso de los diversos líderes nacionales, por lo que no son un dato menor los resultados que hayan alcanzado sus respectivos partidos. Por poner un ejemplo, la victoria conservadora no hubiera significado lo mismo si se hubiera producido con una derrota de los partidos de Sarkozy y de Merkel. Cuestiones de matiz, tal vez, pero son matices de extraordinaria relevancia y requieren un análisis más exhaustivo y más preciso que el que se les dedica. No veo esos análisis el día después, sino un desplazamiento informativo hacia territorios más familiares, con lo que nunca superaremos el vicio de partida.
Resulta difícil participar en un juego que no entendemos y en nada facilita su comprensión su silenciamiento fantasmagórico. En estas elecciones no hemos votado para dilucidar los problemas de la política española. ¿Cree alguien que de haber sido así se hubiera abstenido más de la mitad de la población? Hemos votado, o mejor, no hemos votado por otros asuntos. Por asuntos que no acabamos de entender. No es extraño que así sea cuando su información resulta irrelevante.
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