La T-1, toda una ciudad comercial
La nueva oferta conlleva el cierre de decenas de tiendas en la terminal antigua
Ricardo Bofill diseñará el futuro restaurante de Carles Gaig en la Terminal 1 de El Prat. Contar con uno de esos llamados locales de autor, o de lujo, es uno de los imanes del aeropuerto de Barcelona para conquistar aerolíneas y pasajeros en un momento en que todos los aeropuertos conciben los servicios de valor añadido como la clave para marcar diferencias con sus competidores.
La T-1, prácticamente un nuevo aeropuerto cuya superficie equivale a 80 veces el Camp Nou, se convertirá en algo parecido a un gran centro comercial, con 51 tiendas y 40 puntos de restauración cuando esté operando al 100%, aunque arrancará el próximo miércoles con 36 tiendas y 11 restaurantes. También contará con un centro de negocios gestionado por World Trade Center, un balneario urbano de Freixanet Saunasport y ocho salas VIP con servicios de cuidado personal, peluquerías, gimnasios y masajes. También habrá una oficina de La Caixa y hasta 22 cajeros automáticos. Entre los planes iniciales de AENA figuraba incluso la posibilidad de contar con salas de cine.
El primer día se operarán 240 vuelos para 30.000 pasajeros
El caída de tráfico aéreo se moderó al 12% el pasado mayo en Barcelona
Unos 4.000 trabajadores se movilizarán para estrenar la terminal
Unas 1.400 personas trabajarán en esta área comercial, que sumará 28.000 metros cuadrados, según AENA.
Además de marcas comerciales ya existentes en El Prat, como Zara, Massimo Dutti y Gonzalo Comella, la nueva T-1 incorpora nuevas enseñas como Custo Barcelona, Desigual, La Mallorquina y Men's Fashion, entre otras. No en vano los clientes potenciales serán los millones de pasajeros -30 el año pasado- que pasan cada año por el aeropuerto. Pero este aumento fenomenal de la oferta comercial y de restauración implicará también decenas de cierres en las antiguas terminales A, B y C, a partir de ahora conocidas como T-2, ya que alrededor del 80% del tráfico aéreo se mudará a la T-1 de forma escalonada entre la semana que viene y la próxima.
"La oferta de la T-1 se irá redimensionando de forma paulatina hacia el centro de la terminal, pero se mantendrá una oferta variada y completa de todo lo que pueda necesitar un viajero", explicó ayer Alfonso de Alfonso, responsable de la división Comercial de El Prat.
De Alfonso paseaba por La Plaza, la zona principal de tiendas, mientras los operarios daban los últimos retoques a la infraestructura y ensayaban el traslado de miles de maletas.
Más de 4.000 trabajadores participarán el 17 de junio en la primera jornada de operaciones de T-1. El director del aeropuerto, Fernando Echegaray, afirmó que todo está a punto para que la jornada, con 240 vuelos y 30.000 pasajeros, sea "un éxito".
La obra verá la luz tras cinco años y medio de obras, aunque el proyecto se concibió en 1999, es decir, hace ya 10 años. Y el estreno llega en un momento flaco para el sector aéreo. Echegaray señaló que la caída de pasajeros que acumula El Prat respecto a 2008 se ha moderado en mayo hasta el 12% (en abril bajó el 15% y en marzo el 18%), y seguirá esta tónica, con lo que "se puede acabar el año como el pasado (30 millones de pasajeros) o con un ligero descenso". La T-1 amplía la capacidad de El Prat de 30 a 55 millones de pasajeros anuales. Con la inauguración de la nueva terminal, unos 3.000 trabajadores se incorporarán, inicialmente, al aeropuerto de El Prat, que pasa de los 15.000 trabajadores actuales a 18.000.
VÍAS DE ESCAPE PARA FUMADORES.
No tener lugar alguno donde fumar un cigarrillo es uno de los sufrimientos de los fumadores en un aeropuerto. Pero la T-1 tendrá su lugar de recreo, aunque específicamente pensado para ellos: cuatro patios exteriores (dos pasando la zona de facturación, una en el World Trade Centre y otra en la zona libre).
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