Giro en El Salvador
El presidente Funes toma posesión con elogios a Obama y en ausencia de Chávez
La toma de posesión del presidente de El Salvador, Mauricio Funes, da al concepto y debate sobre la izquierda latinoamericana aún más matices. Esta nueva izquierda salvadoreña podría situarse a la derecha del radicalismo bolivariano, pero, quizá, a la izquierda de una socialdemocracia más formalista.
A la ceremonia no acudieron el presidente venezolano, Hugo Chávez, líder de esa izquierda expeditiva, sobre todo con la libertad de expresión, ni su primer lugarteniente, el presidente boliviano Evo Morales, menos agresivo pero también en relación violenta con su oposición. Y el tercer componente de la línea dura latinoamericana, el nicaragüense Daniel Ortega, llegó con retraso a la cita, a la que asistieron 10 jefes de Estado, entre ellos el brasileño Lula, los príncipes de España y la jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton. La ausencia de Chávez se explicó en Caracas a toro pasado, aduciendo el temor a que se hubiera preparado un atentado contra el presidente, de lo que últimamente el venezolano acusa frecuentemente a la oposición.
Durante los últimos 15 años, El Salvador ha estado gobernado con mano de hierro -y clavos- por Arena, extrema derecha, y hace sólo 17 se firmó la paz con la guerrilla del FMLN, tras una contienda que causó 75.000 muertos. Y de ese Frente Farabundo Martí ha sido candidato el ex periodista vencedor, Mauricio Funes.
Lo más notable del acto fue el discurso de investidura pronunciado como con tiralíneas por el mandatario entrante. Elogios sin fin para Lula y el presidente estadounidense Obama, de cuya común vitola ha dicho en ocasiones que quisiera tomar ejemplo. Pero, entre grandes ovaciones, anunciaba también el restablecimiento de relaciones con Cuba, interrumpidas para complacer a EE UU hace 40 años. Ha llegado el cambio, dijo Funes, pero la posible prueba de fuerza con la dirigencia radicalizada del Frente, que seguramente se sentiría más a gusto a la diestra de dios Chávez, dirá qué clase de izquierdismo, formal y bien educado como el brasileño o chileno, o la versión bolivariana y agreste de Venezuela y Bolivia, será el que adopte el país centroamericano.
La transición salvadoreña, aunque un tanto en cámara lenta, está siendo ejemplar. Y como dijo la señora Clinton en San Salvador, de ella podría tomar ejemplo Cuba para salir del castrismo.
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