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Reportaje:

Los 'esquizos' entran en el Reina Sofía

Primera retrospectiva del grupo de artistas figurativos madrileños de los setenta

Patricia Ortega Dolz

Cuenta el artista madrileño Carlos Franco (Madrid, 1951) que lo de esquizos les viene de sus "rivales" catalanes. "Todos hacíamos arte figurativo, pero no sé si empezaron ellos primero a llamarnos esquizos y luego nosotros a ellos oligos (de oligofrénicos), o al revés", dice. Él pertenece, junto a Carlos Alcolea (A Coruña, 1949), Chema Cobo (Tarifa, Cádiz, 1952), Luis Gordillo (Sevilla, 1934) o, su primo, Javier Urtay (Madrid, 1945-2008), entre otros, al grupo de los artistas encuadrados dentro de la Figuración Madrileña de los setenta. Influenciados por el arte pop inglés y americano, por el cine de Walt Disney, por la cultura del cómic y por David Bowie o el compositor experimental John Cage, este colectivo variopinto compartía una actitud: "Nos negábamos a asumir que el tiempo que vivíamos era un tiempo muerto hasta que se acabara la dictadura, decidimos vivir con todas las consecuencias y las contradicciones; hartos de tener que tomar partido optamos por vivir nuestra vida", explicaba ayer Franco.

"No éramos bien vistos, ni política ni artísticamente", dice Carlos Franco

Pese a ser una corriente artística reconocida, nunca habían sido objeto de una exhibición retrospectiva. Hasta hoy, cuando el Museo Reina Sofía les dedica una de sus salas. La exposición se propone reconstruir su contexto formativo y de desarrollo, delimitado por el arco cronológico establecido entre 1970 y 1985.

El grupo es fruto de la casualidad, de los encuentros fortuitos y hasta de los accidentes mortales. "Me metí un hostión contra un camión camino de la facultad de Bellas Artes, llevaba todos mis dibujos para enseñárselos a Juan Antonio Aguirre por recomendación de Luis Gordillo, a quien había conocido meses antes, y al ver mis pinturas me habló de la galería Amadis que dirigía Aguirre", recuerda. "Aquello, que me mantuvo tres años entrando y saliendo del hospital, fue una señal: 'Ni se te ocurra ir a la facultad de Bellas Artes", ironiza, y recuerda que, por aquel entonces, ni la risa ni el color eran cosas que estuvieran bien vistas: "El uso del color era muy sobrio y utilizarlo con exceso era como un sinónimo de superficialidad. Por eso no éramos bien vistos por nadie, ni política ni artísticamente", asegura.

Acabaron refugiados en el psicoanálisis, viviendo en calles contiguas en la capital (Costa Rica, Chile y Torpedero Tucumán), reuniéndose en un merendero o en el apartamento de Urtay (fallecido el año pasado), que se convirtió así en catalizador del grupo. Y allí hablaban de la creación de un arte nuevo que aunara lo conceptual y lo político, un arte que no estuviera disociado de la vida y sí ligado a la experimentación (también con las "sustancias psicodélicas").

Carlos Alcolea, Chema Cobo, Carlos Franco, Luis Gordillo, Sigfrido Martín Begué, Herminio Molero, Guillermo Pérez Villalta, Luis Pérez Mínguez, Rafael Pérez Mínguez, Manolo Quejido y Javier Urtay, los esquizos, han entrado en el Reina.

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Los Esquizos de Madrid. Figuración madrileña de los setenta. Del 2 de junio al 14 de septiembre. Museo Reina Sofía. Edificio Sabatini A1.

<i>Mi nombre es Molero</i> (1975), obra de Herminio Molero.
Mi nombre es Molero (1975), obra de Herminio Molero.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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