Los planes para el hotel Olabarri
Azkuna defiende por ahora en solitario ampliar el Bellas Artes comprando el palacete de la Autoridad Portuaria
El Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria de Bilbao se reúne en lo que fue la sala de billar de un palacio construido a finales del siglo XIX en el Campo Volantín, junto a la Ría, entonces la zona de expansión para las viviendas de la alta burguesía. El despacho del presidente ocupa el comedor principal. Desde hace más de 50 años, el Puerto de Bilbao tiene su puesto de mando en un edificio residencial de capricho, con maderas nobles, vidrieras, chimeneas de mármol y techos decorados con casetones. Es la mansión que mandó construir el empresario José María de Olabarri, con las influencias que llegaban de Francia e Inglaterra y el máximo confort para la época. Conocida como el "hotel Olabarri", por tratarse de una casa aislada y ocupada por una sola familia, su actual función concluirá el próximo año, cuando la Autoridad Portuaria traslade su sede a un edificio de nueva planta en Santurtzi.
Viar plantea que la relación con la sede central del museo no sea rígida
El hotel Olabarri está, por tanto, en venta. Su precio, fijado por una reciente tasación, asciende a 10,5 millones de euros. Y el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, quiere que el Ayuntamiento lo compre para ampliar la superficie expositiva del Museo de Bellas Artes. En su papel de presidente del patronato de la fundación que rige el museo, cargo que ocupan por turno los representantes de las tres instituciones propietarias del mismo (Ayuntamiento, Diputación de Vizcaya y Gobierno vasco), Azkuna ha reclamado en los últimos meses más espacio para poder mostrar al público los fondos de la pinacoteca. Y eso que hace sólo siete años, el Bellas Artes ganó más de 6.000 metros cuadrados de superficie para salas de exposición, almacenes y servicios, gracias a una reforma que costó 15 millones de euros.
Para Azkuna los actuales 14.000 metros cuadrados del museo no resultan suficientes. En su opinión, demasiadas obras siguen guardadas en los almacenes, y, como le gusta decir, lo bueno es que "los cuadros se vean". Por el momento, el primer edil defiende en solitario la idea de adquirir el palacete de Campo Volantín. La oposición municipal ha conocido sus intenciones por sus declaraciones en actos públicos y el asunto todavía no ha llegado al patronato del Bellas Artes. El Gobierno vasco no tiene conocimiento de la propuesta, mientras que fuentes de la Diputación consideran que resulta "una idea interesante" que se encuentra en la fase de "hablar, pensar y acordar".
El proceso de venta de un inmueble de las características de la actual sede de la Autoridad Portuaria resulta largo y su hipotética adaptación a un uso museístico, complicada, pero en el Bellas Artes el proyecto ha abierto nuevas expectativas. El director del museo, Javier Viar, considera que la colección, más de 6.000 piezas del siglo XII a la actualidad, cuenta con el potencial suficiente para crecer en espacio expositivo. Su punto de partida al abordar el incipiente proyecto de ampliación al palacete Olabarri pasa por "no devaluar la sede central". Con el museo del parque como núcleo esencial, sus hipótesis de trabajo son múltiples. Viar no piensa en una exposición estable ni en un corte cronológico entre el actual museo y el que sería su satélite que implique una relación rigida entre las dos sedes.
"Es una localización bellísima, que tenemos la obligación de conservar. Dedicarlo a museo es una finalidad que se adapta a su singularidad", apunta Viar. A la espera de conocer en detalle la distribución del inmueble y las necesidades de conservación de los elementos originales, el director cree que la opción más interesente sería trasladar al edificio del Campo Volantín las instalaciones contemporáneas, que por el espacio que requieren para mostrarlas no pueden estar permanente expuestas. "El arte contemporáneo puede adaptarse sin problemas a una arquitectura del siglo XIX. Es una experiencia suficientemente contrastada en otras ciudades", explica Viar. También contempla que pudiera dedicarse a exposiciones temáticas -el paisaje, por ejemplo- de la colección de la pinacoteca.
El primer paso para que el proyecto avance pasa por desafectar el edificio, trámite por el que un bien de dominio público queda desvinculado de tal uso público. La entidad Puertos del Estado ya lo ha puesto en marcha, y en breve será resuelto por el Ministerio de Fomento. El próximo presidente de la Autoridad Portuaria, José Ramón de la Fuente, deberá asumir la negociación de la venta. El hotel Olabarri está propuesto para ser protegido como Bien Cultural, pero ello no supone un obstáculo para emprender el proyecto. Todavía no se ha incoado el preceptivo expediente.
Un palacio del XIX
- La residencia familiar de José María de Olabarri se terminó de construir en 1897, sobre un proyecto del arquitecto Julián de Zubizarreta. El "hotel", como era frecuente denominar a ese tipo de casas en aquella época, albergó a su familia -el matrimonio y cinco hijos- y a 17 empleados.
- El edificio presenta en el exterior un derroche ornamental con molduras y miradores. Contaba con ocho dormitorios principales, con techos a 4,5 metros de altura, y otros tantos para el servicio, además de los de los niños. La casa disponía de capilla. En la zona principal, los suelos son de marquetería y la mayoría de las estancias disponen de chimenea.
- La superficie total del edificio supera los 6.000 metros cuadrados.
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