El lujo entra en crisis
La casa de costura Christian Lacroix suspende pagos tras el colapso en las ventas de productos de alta gama
La crisis ha entrado en la lujosa maison Christian Lacroix. La firma francesa de alta costura ha declarado la suspensión de pagos ante el Tribunal de Comercio de París. Los brocados, la exuberancia, el barroquismo y la estridencia teatral de sus colores han sido siempre la seña de identidad de la casa; pero esa riqueza artística contrastaba con su pobre cuenta de resultados: desde su fundación, en 1987, la casa Lacroix nunca ha dejado de perder dinero.
Y eso a pesar de la especial protección de su anterior propietario, el emporio del lujo Luis Vuitton Moët Hennessy (LVMH). Para su presidente, Bernard Arnault, la casa Lacroix era la niña de sus ojos; no en vano, fue socio fundador. Pero en 2005, Arnault se cansó de sentimentalismos y pérdidas y decidió vender la casa a pesar del disgusto del modisto, quien también supo cubrirse las espaldas creando su propia empresa, XCLX, un rentable negocio de lencería hotelera y uniformes profesionales con un toque chic.
El año pasado, las pérdidas fueron de 10 millones, y este año va peor
Los hermanos Falic, tres estadounidenses de origen ruso-libanés que compraron la casa de costura a LVMH, se resisten a la quiebra. La empresa va a proponer un plan de viabilidad que contempla, entre otras medidas, retoques en su plantilla de 125 empleados. El Tribunal de Comercio de París será quien decida si Lacroix se va a la quiebra o se acoge al plan de rescate propuesto por los socios.
En 2008, la firma tuvo unas pérdidas de 10 millones de euros. Este año, la cosa va peor. Las ventas de la colección de verano de prêt-à-porter femenino bajaron un 35% y la alta costura, más arte que negocio y siempre deficitaria, se resiente más ahora que las grandes fortunas están de capa caída. Sus perfumes -otra vía de rentabilidad para las grandes firmas de moda- no dan dinero y la línea de lencería ya ha cerrado.
"Habíamos centrado mucho nuestra estrategia en el mercado americano, que sufre mucho desde hace casi un año", explicó al diario Le Figaro Nicolas Topiol, presidente de la sociedad. Con tiendas estratégicas en Nueva York y Las Vegas, donde se ha cebado la crisis; en Japón, otra economía tocada, y con los países del Golfo en horas bajas, Lacroix se quedaba sin los principales caladeros de clientes. En China, el único mercado que resiste y al que tantas empresas se agarran ahora, la firma no tiene tienda.
"Nosotros deseamos continuar, pero la crisis en el mercado del lujo ha bajado los ingresos. Lacroix estaba luchando desde hace un año para sostener su desarrollo y estaba puesto en venta, pero los acuerdos no han podido llegar a buen término", explica Topiol.
Efectivamente, Falic ofreció la casa de costura a los inversionistas para ver si una inyección de dinero podía reflotarla. Pero son malos tiempos para aventuras empresariales y el currículo de la firma tampoco es muy tentador. Ahora la casa no tiene dinero ni para preparar el desfile de alta costura de julio. -
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