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La obra 'La ràbia que em fas' echa el cierre mañana al teatro L'Altre Espai

Las sesiones de esta noche y de mañana domingo serán las últimas en las que se alzará el telón del teatro L'Altre Espai de Valencia, ya que Teatres de la Generalitat, organismo dependiente de la Consejería de Cultura de la Generalitat valenciana, ha decidido no renovar el contrato de alquiler con los propietarios de la sala privada gestionada por el ente público. La ràbia que em fas, el último montaje de Teatres bajo texto de Juli Disla y dirección de Jaume Pérez, enmarcado en el ciclo Noves Dramatúrgies, será la obra que cerrará un ciclo de colaboración con la sala valenciana que ha durado desde hace cinco años, desde la temporada 2004-2005, justo cuando la antigua sala Espai Moma, ubicada en la calle del Platero Suárez, reabrió como L'Altre Espai.

Fuentes de la consejería explican que el contrato de alquiler pactado con la familia Alfaro, propietaria de la sala, era insostenible. Las cifras manejadas, en torno a los 18.000 euros al mes según las mismas fuentes, superan en tiempos de recortes presupuestarios las disponibilidades del departamento que dirige Inmaculada Gil-Lázaro, directora de Teatres de la Generalitat bajo las órdenes de la consejera Trinidad Miró. Unas circunstancias que han supuesto que la ciudad de Valencia pierda uno de sus escenarios más emblemáticos. Tras el cierre de la sala Espai Moma, el director de la compañía residente de la sala, Carles Alfaro, optó por trabajar en una sala estable en Barcelona. No obstante, la sala reabrió como L'Altre Espai mediante un convenio con la Generalitat que Teatres ha intentado en los últimos meses rebajar a toda costa. A partir de la semana próxima las salas públicas dirigidas por la Generalitat en la ciudad de Valencia se limitan al teatro Principal, en la calle de las Barcas, el Talía, en la calle de Caballeros, y el Rialto, en la plaza del Ayuntamiento.

El cierre de la sala se une al anunciado de la Sala Off, que paraliza su actividad, aunque "no por voluntad propia", debido a problemas de insonorización. Según sus gestores, tres denuncias por ruidos interpuestas por algunos vecinos a lo largo de siete años han desembocado en una orden municipal de cierre. No obstante, están dispuestos a insonorizar la sala lo que haga falta.

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