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Entrevista:James Meek | ESPECIAL FERIA DEL LIBRO | Entrevista

Guerra sin héroes ni villanos

James Meek es un hombre con suerte. Tras más de dos décadas ejerciendo el periodismo, por fin puede dedicarse de lleno a lo que siempre quiso: escribir novelas. Sus dos últimos libros se han vendido bien, las críticas son elogiosas y la gente del cine se pelea por llevar sus historias a la gran pantalla. En estos tiempos de incertidumbre para la profesión periodística, ¿quién da más?

Para hablar sobre Iniciamos nuestro descenso, su última novela, Meek cita al periodista en la estación de metro de Whitechapel, en el multiétnico East End londinense, donde vive. Se le ve cómodo caminando por Brick Lane y por el cercano mercado de Spitalfields, entre boutiques vanguardistas y restaurantes de curry, en una mañana de mayo casi soleada. La conversación comienza con una noticia que aparece en primera página de The Guardian, el periódico para el que Meek trabajó durante más de una década: Idris Elba, el actor que interpreta al gánster Stringer Bell en The Wire, nativo del Este de Londres, podría ser el primer James Bond de raza negra. "Sería una historia totalmente distinta", dice Meek, quien confiesa con una sonrisa maliciosa haberse descargado de Internet todos los capítulos de la serie televisiva. "Me encanta The Wire. Es una obra maestra y tiene una arquitectura poco corriente para un drama; un novelista puede aprender mucho de cómo está construida", afirma, llevando el asunto a su terreno.

"Socialistas con hipotecas. La historia de Europa desde la II Guerra Mundial se resume con estas tres palabras"

En Iniciamos nuestro descenso caben muchos géneros: el libro de viajes, el drama romántico, el ensayo político y hasta el thriller. Casi toda la acción discurre en los 18 meses intensos que van desde los atentados del 11 de septiembre en EE UU a la invasión de Irak. "2002 fue un año raro en el Reino Unido", recuerda Meek. "Aún no me explico cómo pudo suceder todo aquello, cómo fuimos de una guerra razonable, como fue la invasión de Afganistán, que ni siquiera fue una guerra, a esa insensata, innecesaria y sangrienta guerra de Irak. Cuanto más tiempo pasa, más demencial me parece todo".

Meek (Londres, 1962) fue testigo de aquellos acontecimientos. Cubrió la guerra de Afganistán como enviado especial de The Guardian y estuvo en Irak cuando las tropas estadounidenses y británicas invadieron el país. Como él, Adam Kellas, protagonista de la novela, es enviado como corresponsal de guerra a ambos conflictos. Pero Meek deja muy claro que Iniciamos nuestro descenso no es un libro sobre el trabajo de corresponsal de guerra, o al menos no sólo sobre eso: "No quería que fuera una novela sobre mí, y sobre todo no quería que fuera una novela de género que glorificara la figura del corresponsal de guerra".

Iniciamos nuestro descenso es, sin embargo, el libro más autobiográfico del escritor británico. La mayoría de los lugares en que se desarrolla la acción son reales y muchos de los personajes son reconocibles, incluyendo un peculiar periodista español aficionado a la buena vida y alérgico al trabajo. Meek sostiene que Kellas no es él, aunque reconoce que algunas de las experiencias son muy similares a las que vivió como periodista.

Meek no se ve a sí mismo como un periodista que escribe novelas. Al contrario, hace hincapié una y otra vez en que él escribe desde que iba al colegio y que el periodismo -oficio que ya no ejerce, salvo colaboraciones escogidas- ha sido únicamente una manera de ganarse la vida. "Eso no significa que no me gustara y que no se me diera bien", puntualiza. En efecto, no le fue mal durante su carrera como periodista. Fue corresponsal en Ucrania y Rusia durante los últimos años de la URSS y ha recibido varios premios por su trabajo, que le ha llevado a escribir sobre la cárcel de Guantánamo, la guerra de Chechenia y el tsunami asiático, entre otros temas. Su vida cambió con la publicación, en 2005, de su tercera novela, Por amor al pueblo (Salamandra), una historia ambientada en Siberia en los meses posteriores a la Revolución de Octubre, de la que se han vendido 250.000 ejemplares y que ha sido traducida a 23 idiomas.

Iniciamos nuestro descenso es la historia de un hombre progresista, bienintencionado y enamorado que, tras regresar de Afganistán, no encuentra su sitio y da un giro a su vida. De vuelta en Londres, Kellas tendrá que afrontar sus contradicciones y las de sus amigos, a quienes ataca violentamente mientras buscan juntos una explicación a lo que sucede a su alrededor. Kellas, explica su creador, se siente tan confuso e indignado como EE UU se sintió tras el 11-S. "La violencia es la última forma de comunicación", dice Meek. "Cuando se acaban las palabras llegan los gritos y las discusiones, después vienen los empujones y, finalmente, los actos de violencia". Para Meek, Occidente no supo interpretar las llamadas de alarma emitidas desde el mundo islámico en los años previos a los atentados. "Ahora vemos que el mensaje procedente de Afganistán, de Arabia Saudí, era muy claro".

Pero Iniciamos nuestro descenso no es sólo una novela sobre las guerras de Afganistán e Irak. Es también una novela sobre el oficio de escribir, sobre qué significan el éxito y el fracaso en la literatura. Otras ideas constantes en el libro son la pureza y la integridad, el debate de si es legítimo que un artista renuncie a ciertos principios y ceda ante los gustos del público.

El autor, como su personaje, no oculta una profunda decepción con aquellos dirigentes de la izquierda europea que se han aburguesado sin renunciar a los viejos dogmas. Una frase del libro resume su opinión al respecto: "Socialistas con hipotecas. La historia de Europa desde la II Guerra Mundial se puede resumir con esas tres palabras". Meek no comprende cómo la izquierda italiana es incapaz de hallar un líder que derrote a Berlusconi, o por qué el laborismo británico ha caído tan bajo en los últimos años. "No estoy en contra de tener una buena vida", explica. "Yo mismo tuve una hipoteca cuando estuve casado y es probable que vuelva a tener otra. No hay nada malo en ello, pero de alguna manera tienes que incorporar todo esto a tu ideología si eres un líder político; no puedes hacer como si no pasara nada, fingir que eres cómplice del honrado trabajador". Y continúa: "La falta de ideas en este continente es asombrosa. A todos se nos cae la baba con Obama, pero de algún modo lo necesitamos más que los propios estadounidenses. Es una figura excepcional. Es Bob Dylan. Sigue su propio camino, y eso no es nada fácil".

Meek critica la hipocresía europea a la hora de mirar hacia EE UU, asunto que surge una y otra vez durante la conversación. "Es fácil criticar a los estadounidenses por no entender el mundo, pero los europeos no examinamos por qué no entendemos EE UU, que es parte del mundo", afirma. La incomprensión entre culturas distintas es otra cuestión que obsesiona al escritor. "Para mí, el país más exótico del libro es EE UU. He estado en muchos lugares exóticos durante mi vida, pero pronto me di cuenta de que los lugares más extraños y más exóticos eran los lugares que, superficialmente, eran muy similares a mi propio país, pero que en realidad eran muy distintos. Para mí, ahora, los lugares más exóticos y fascinantes son pueblos pequeños de Bélgica, del norte de Inglaterra, o la casa de mi vecino, en la que nunca he estado, o EE UU". A Meek le ha sorprendido la reacción de los lectores a su obra. "Se supone que para la cuarta novela uno debe saber bien lo que está haciendo y, una vez terminada, ser consciente de la naturaleza de su trabajo, pero parece que las cosas no funcionan así", señala. "A los lectores siempre les acaba gustando algo de lo que tú no estabas seguro, y siempre hay algo que a ti te gusta mucho y que nadie menciona. Esto te da una idea de lo complicado que resulta escribir una novela. Es un trabajo enorme; es como hacer una película, pero siendo al mismo tiempo el productor, el director, los actores, el director artístico, el montador... Y lo que es más importante: tienes que ser al mismo tiempo el creador y el observador. Es como si hubiera que partir la mente en dos. Son dos trabajos que normalmente hacen dos personas distintas: empiezas siendo arquitecto y acabas siendo constructor".

Los personajes de Meek podrían muy pronto cobrar vida en el cine. La productora del actor Johnny Depp y Warner Brothers ha adquirido una opción para comprar los derechos para filmar Por amor al pueblo, y varios directores y un conocido actor de Hollywood han mostrado su interés por Iniciamos nuestro descenso.

Iniciamos nuestro descenso. James Meek. Traducción de Santiago del Rey. Miscelánea. Barcelona, 2009. 360 páginas. 18 euros.

James Meek, en el puente del Milenio de Londres, con la catedral de San Pablo al fondo.
James Meek, en el puente del Milenio de Londres, con la catedral de San Pablo al fondo.CARMEN VALIÑO

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