Dios
Una de las imprecaciones más directas que Dios ha recibido de los hombres fue la que le lanzó el poeta Victoriano Crémer: "Dios, qué vida, da rabia beber sin alegría".
A Dios se dirigen todos, también los ateos. "Soy ateo gracias a Dios". Dios está en todas partes, como jaculatoria o como referencia; incluso para negarlo. Pero no es abogado, ni juez. Es Abogado y es Juez, pero de otra Justicia, o al menos así nos lo enseñaron.
Pero Francisco Camps, el presidente de la Comunidad Valenciana, le quiere como juez. Extraña en la pantalla su rostro feliz, invocándole. Por fin va a poder hablar de lo que sucede con sus trajes, y todo saldrá muy bien "si Dios quiere".
Enorme responsabilidad, para Dios y para los jueces. Porque si los jueces no quieren, ¿qué puede hacer Dios? La imagen beatífica de Camps, expresando ese deseo de mediación divina, se produjo antes de una cena de la que la tele se hizo mucho eco; estaba con Fabra, en Castellón. En la tele los políticos siempre parecen felices, sobre todo si están a punto de comer y son de la misma pandilla.
Sobre estos dos, Camps, Fabra, pesa ahora un aire sólido, casi pétreo, pero en las imágenes se les ve felices. Entusiasmados: el filósofo Lledó dice que entusiasmo viene de "estar en Dios". Debe de ser eso. Hay otro imputado en la Gürtel, Ricardo Costa, que también parece beato, o entusiasta. Vi una curiosa imagen suya: Camps entra en las Cortes valencianas, los suyos le jalean, y Costa da golpecitos sobre la madera del escaño del presidente. No sé si toca madera para buscar suerte, o es, a su modo, una manera de decir, también, "si Dios quiere". En todo caso, Dios, qué vida, da rabia beber sin alegría.
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