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La fiesta del patrón

La Cañada Real se hace hueco en San Isidro

Manifestantes, representantes políticos y chulapos de todas partes se reúnen en la pradera madrileña

La música de su batukada competía con los chotis en plena pradera de San Isidro y sus reclamaciones con el ambiente festivo. Mientras la mayor parte de los presentes paseaba ayer sus trajes de chulapos bajo el sol, ellos demandaban su hueco en el mapa de la ciudad. "Nos parecía importante que en las fiestas de Madrid estuviese presente la Cañada", explicaba Javier Baeza, párroco de la famosa iglesia roja de Entrevías, la San Carlos Borromeo, una de las que trabaja con los colectivos excluidos de la Cañada Real Galiana.

A su paso, lento ("que parezca que somos más entre la multitud"), se oían comentarios de todo tipo. Desde un "¿qué pintan aquí?" al "todo el mundo pedimos, hasta que el país se hunda", pasando por un lacónico "a mí me parece bien", puro en mano. Pese al cartel que lideraba la marcha: La Cañada Real también es Madrid, muchos se quedaron sin saber de qué iba la cosa. "¿Qué es la Cañada Real?".

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"Esos 14 kilómetros de allí están olvidados", clamaban las cuatro asociaciones y tres parroquias presentes, que apenas lograron reunir en la pradera a unas decenas de personas poco después de las once de la mañana. "Nosotros también tenemos corazonadas", replicaba Ángel Castiblanque, párroco de la iglesia de Valdemingómez, en alusión a la petición del alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, para que el patrón diera suerte a la candidatura de la ciudad para los Juegos Olímpicos. "La de que algún día se vean cumplidos los derechos básicos de estos 40.000 habitantes del sureste de Madrid".

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A las doce se detuvo la música de sus tambores por fuerza mayor: empezaba la misa en la pradera de San Isidro. Recogidos los manifestantes, el resto se dedicó a hacer lo que habían ido a hacer: comer rosquillas, beber agua bendita, lucir claveles y pasar el buen tiempo entre trago y trago de cerveza. Los había de hasta cuatro generaciones de gatos, como la familia de mamá Luisa, que reunía a hijos, yernos, nueras y nietos que contestaban "chulapo" a cualquier pregunta. Y también recién iniciados, como Rafael Rafales, filipino. "Me hace ilusión porque en mi pueblo de allí, Barangay Nabong, el patrón también es San Isidro", contaba contento después de hacerse una foto con dos espontáneas castizas. "Mis padres son labradores, allí se cultiva arroz", relataba junto a su abuela, con la que se había acercado a la ermita.

Antes que ellos, madrugador como siempre, se presentó el alcalde a hacer sus propias peticiones al santo. "Que el próximo 2 de octubre Madrid sea elegida la ciudad que organice los Juegos en 2016. Y hasta que eso llegue, y desde luego después de que haya llegado, mucha salud, mucha felicidad y que salgamos pronto de la crisis", deseó a la salida Ruiz-Gallardón, sorteando besos y algún que otro piropo para cumplir a tiempo con su apretada agenda del día. "A mí me ha dado la mano y me ha deseado suerte", relataba un vendedor de boletos de lotería. Un par de declaraciones a los medios y el alcalde desaparecía rumbo a la plaza de Colón, para el izado de bandera.

Los líderes de la oposición se demoraron algo más entre el gentío. El secretario general del PSM, Tomás Gómez, y los portavoces en el Ayuntamiento, David Lucas, y la Asamblea, Maru Menéndez, hicieron el tradicional paseo por la pradera, entre casetas de comida típica y puestos de feria, acompañados de Pedro Zerolo, concejal y secretario de Movimientos Sociales. No faltaron los saludos a los espontáneos y las fotos con mayores, medianos y pequeños. Incluso con los que no querían, como una niña que lloraba al acercarse Zerolo, o los que no les conocían, como una chulapa de 83 años que estuvo charlando con Tomás Gómez y luego preguntaba a su marido: "¿Quién era ése?".

Los socialistas recorrieron la pradera durante casi una hora, antes de acudir a la entrega de las medallas de oro en el Ayuntamiento. Tuvieron tiempo de saludar a la Asociación de Vecinos de la Pradera y Tercio Terol, que preparaba un cocido para repartir raciones gratis, y calmar la sed en la caseta del PSOE de Carabanchel. El calor apretaba, y tanto Tomás Gómez como David Lucas se quitaron la chaqueta y se remangaron la camisa. "¡Guapa!", piropeaban a dos voces a cuanta chulapa se acercaba a saludarles, mientras Maru Menéndez se probaba mantones. "A ver si aprovecháis los follones que tienen los del PP", les gritó un espontáneo poco antes de que David Lucas comprara rosquillas en uno de los primeros puestos de la pradera.

"Para salir de la crisis va a hacer falta algo más que San Isidro y Santa María de la Cabeza", señaló durante su visita el portavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento, Ángel Pérez. Pero, por si acaso, también él pidió. "Que si Alberto Ruiz-Gallardón no sabe, pues que sea él el que lidere las políticas de empleo", lanzó irónico.

La jornada salió soleada y los visitantes se acercaron a la pradera por miles. Pasadas las dos de la tarde, mientras el cardenal Rouco Varela llegaba escoltado por un grupo de jóvenes, la fila de creyentes que no querían perder la oportunidad de pasar ante el pozo milagroso del patrón se extendía centenares de metros. La joven Cristina, elegida Maja de las fiestas, lucía su traje de goyesca frente a la ermita. Poco más allá, una niña boliviana jugaba alegre con el suyo, sin saber que era más propio de la Feria de Abril. "Es el disfraz que más le gusta", decía resignada la madre mientras la pequeña recogía la cola de su traje rojo de sevillana.

Miles de personas acudieron ayer a la pradera de San Isidro para celebrar la festividad del patrón de la capital.
Miles de personas acudieron ayer a la pradera de San Isidro para celebrar la festividad del patrón de la capital.CRISTÓBAL MANUEL

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