Karl Rove, interrogado por el despido de los fiscales 'díscolos'
Karl Rove, el estratega político que logró que George W. Bush ganase dos elecciones presidenciales, vuelve a ocupar titulares. El caso es antiguo (y la justicia lenta): se remonta al año 2006. Fue entonces cuando nueve fiscales federales fueron despedidos. Cierto es que el presidente tiene la facultad de nombrar a los 93 fiscales federales (además del fiscal general) de la Unión. Pero nunca puede hacerlo motivado por razones políticas. La oposición supuso que esto fue lo que pasó, que los nueve magistrados no seguían los dictados de la Casa Blanca. Los fiscales díscolos se negaron, por ejemplo, a investigar supuestos fraudes electorales que favorecían a los demócratas o tomaron la iniciativa de querer llevar ante los tribunales a altos cargos republicanos.
Ayer, Rove fue interpelado por la fiscal especialmente designada para el caso, Nora Dannehy, quien tiene la misión de esclarecer el papel que jugó el mago de Bush en aquellos despidos. The New York Times aseguraba que el grado de implicación de Rove nunca fue conocido del todo y que sus allegados insistían en que su participación fue "periférica". The Washington Post afirmaba que lo que cuente Rove será "sin duda información valiosa". David Iglesias, uno de los fiscales despedidos, dice tener pruebas contra Rove. Otras fuentes le sitúan en el centro del compló coordinado entre la Casa Blanca y el Departamento de Justicia para acabar con la carrera de hasta 30 fiscales, lo que le costó el cargo al entonces fiscal general, Alberto Gonzales.
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