Clausurada una clínica ilegal en la que se practicaban circuncisiones
Los vecinos alertaron a la policía tras oír gritos de niños en el local
Rodeado de insectos muertos, con restos de cigarrillos y llenos de polvo y suciedad, el médico Ibrahin Alí Mohammed Salem, de 60 años, se dedicaba a hacer circuncisiones a niños en una clínica ilegal del distrito de Salamanca. La Policía Municipal y la Consejería de Sanidad han cerrado el local, que carecía de los preceptivos permisos y licencias. El facultativo, de origen jordano pero nacionalizado español, cobraba hasta 250 euros por operación. Algunas familias se desplazaban desde puntos muy lejanos de la Península.
Las investigaciones comenzaron a principios de abril, a raíz de una llamada anónima recibida por el Defensor del Menor, ante la sospecha de que en el local se realizaban ablaciones a niñas. La Policía Municipal fue al establecimiento, situado en un semisótano del número 14 de la calle de Coslada, y que solía estar cerrado.
La sala donde se operaba estaba llena de insectos muertos y suciedad
Los vecinos explicaron ayer que la clínica la dirigía un hombre desaliñado, que salía a la calle a fumar constantemente. "Era frecuente oír gritos y llantos desgarradores de niños y niñas los sábados y los domingos. También se veía a padres con niños que estaban tomando café en bares cercanos y que no frecuentaban el barrio. Eso sí, el local casi siempre estaba cerrado entre diario", explicó Javier Ruiz, que reside justo encima de la clínica.
La policía pidió a los vecinos que la avisaran en caso de que se repitieran los chillidos. Ocurrió la mañana del pasado 1 de mayo. Al lugar acudieron agentes de paisano y uniformados, que procedieron a inspeccionar el interior del local. Antes comprobaron que habían salido dos familias que no quisieron hablar de lo ocurrido dentro. Procedían de Valdemoro y de Torrejón de Ardoz. Los niños tenían edades entre dos meses y cuatro años.
Cuando entraron los agentes, vieron al médico Mohammed Salem interviniendo a un bebé "sin guantes, ni bata, ni gorro ni mascarilla y con traje de vestir". Por tanto, incumplía las mínimas medidas higiénico-sanitarias. El bebé tenía seis semanas de edad y había viajado desde la ciudad navarra de Pamplona. Al igual que las dos familias anteriores, los padres procedían de la ciudad de Benin City-Nga (Nigeria).
Cuando hicieron la inspección, el facultativo, que es dueño del local, no presentó las autorizaciones municipales y sanitarias. La suciedad era la nota predominante en todo el local, según constataron los agentes: los baños se encontraban muy sucios y el estado de toda la clínica era deplorable. Los extintores habían caducado en 1994.
El local quedó precintado por la Consejería de Sanidad, tras la inspección realizada cuatro días después. Ayer permanecía clausurado con el precinto del Gobierno regional. También se ha remitido el caso a la comisaría de policía del distrito de Salamanca, ya que el médico trabaja como traumatólogo ortopédico en el hospital de La Princesa y estaba de baja cuando fue inspeccionada la clínica. Había sufrido una operación de corazón, según comentó a los agentes. La información también se ha pasado a la Inspección de la Seguridad Social por si procede la apertura de un procedimiento sancionador.
Mohammed negó los hechos que se le imputan y aseguró ayer a EL PAÍS que estaba operando a los hijos de unos amigos. "Yo puedo hacer lo que me dé la gana porque para eso tengo un título que me habilita", señaló. Aseguró que el local cuenta con las oportunas licencias.
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