La nueva epifanía de Pamuk
El premio Nobel habla en Granada sobre su última novela
James Joyce lo llamó epifanías y Virginia Wolf, momentos del ser. Para el premio Nobel turco Orhan Pamuk son esos fragmentos minúsculos que alimentan todo relato. El escritor era ayer el plato fuerte del Maphre Hay Festival La Alhambra, que hoy se clausura. Pamuk es una estrella de la literatura y como tal se comporta, ya han pasado los años en que viajaba y comía solo, sin que nadie hiciera caso a un "escritor turco". Ahora, acompañado por su novia, la escritora india Kiran Desai, contempla la luna llena en el mejor rincón de la ciudad mientras saborea unas exquisitas empanadillas de berenjena y miel.
En octubre, Mondadori publicará su última novela, El museo de la inocencia, y el escritor adelantó ayer algunas de sus claves. El museo de la inocencia es una historia de amor entre un hombre de la alta burguesía turca y una prima lejana de clase inferior. Una historia que se prolonga durante 30 años. La novela empieza en los setenta, cuando él está a punto de casarse y se cruza en su vida la mujer que desbarata sus planes, amante a la que luego pierde, y por la que construye ese museo de objetos y recuerdos.
Los objetos como testigos del amor. Los objetos como un camino de piedras para recuperar lo perdido. "Los objetos hablan del deseo de sentirse vinculado a algo", explica Pamuk. "Y la novela habla del coleccionismo y también del deseo de poseer". El libro, explica, tiene cierta cualidad de "catálogo" y a través de él, y movido por su frustrada carrera como arquitecto, ha llegado al singular proyecto de construir en Estambul un museo real, de igual título que la novela, en el que expondrá esos objetos de su romántico relato. "Estoy trabajando intensamente en ese museo con un arquitecto alemán", explica sin querer adelantar más.
Pamuk cree en el poder narrativo de los instantes ("Esos instantes lúcidos de la vida") y cómo a través de una calidad fragmentaria y dispersa se puede llegar al todo narrativo. "El arte de la novela es llegar a ese todo, a ese centro que no es fácilmente identificable. Toda novela inagotable debe tener un centro escondido", añade. El poder del instante también ocupó buena parte de la estimulante charla que mantuvieron ayer Javier Cercas y Félix Romeo sobre la última novela (Anatomía de un instante) del autor de Soldados de Salamina. La jornada del Hay, en la que participaron el último premio Alfaguara, Andrés Newman, y el poeta Adonis, quedó deslucida por una imprevista tormenta y por la moderada afluencia de público, pero Cercas y Romeo revelaron en su partido de tenis literario cómo detrás de un mínimo gesto puede estar la más grande de las historias.
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