Comparativa
Con tantas personas, incluido yo, escudriñando la crisis a corto plazo, permítame reproducir una conversación reciente con un amigo, que ilustra la evolución en España dentro de la cual se inscribe la primera.
Mi amigo, apesadumbrado, venía a decir: "Tengo 59 años, quería ampliar mi perspectiva de la crisis y he reunido valor para comparar mi situación económica con la de mi hijo cuando yo tenía su edad, 29 años. A esa edad, yo era el único que trabajaba en mi familia, como oficial administrativo con contrato fijo; con mis ingresos exclusivos vivíamos tres personas, además teníamos alquilado un piso de nivel medio de 75 metros cuadrados y un viejo utilitario. Mi hijo logró una licenciatura universitaria hace cinco años, hasta hoy ha trabajado dentro de su profesión con varios contratos temporales y salarios oscilantes entre los 1.000 y los 1.200 euros. Con ese dinero le llega para sus gastos, nada ostentosos, un coche algo mejor que el mío y el 50% de un piso alquilado de 45 metros cuadrados, que se ve obligado a compartir con otra persona".
Pienso que la familia de mi amigo no es en absoluto un caso de gente perseguida por la mala suerte. En los últimos 20 años ha habido un crecimiento espectacular de los negocios, y de las ganancias de los magnates, exhibida y jaleada de continuo en la parte luminosa de la vida social, mientras en otra, que casi nunca merece la atención de los focos, la que afecta a los nuevos asalariados, en pocos años la mayoría de la población, se estaba produciendo un retroceso histórico paralelo, que, a día de hoy, no parece tener fin.
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