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El debate sobre xenofobia se cuela en la huelga del metal

22.000 personas secundaron el paro, según las centrales

María Fernández

Muy pocos inmigrantes acudieron ayer a la concentración convocada en Vigo durante el primer día de la huelga del metal. Fueron muchos menos de los que salieron de los astilleros la semana pasada para tomar las calles y reclamar un convenio colectivo que mejore sus condiciones salariales. El ambiente está enrarecido desde que CC OO, uno de los convocantes, acusase al sindicato CIG de tener una actitud xenófoba por exigir a la patronal que no fiche a extranjeros saltándose la bolsa de empleo fijada en el pacto. "A los empresarios sin escrúpulos que contratan a gente de fuera para sobreexplotarlos y pagarles una miseria no se les acusa de racistas, pero son precisamente ellos los racistas". Antolín Alcántara, del sindicato nacionalista, se desgañitó ante unos 5.000 trabajadores congregados ante el ayuntamiento de Vigo para explicar que, inmigrantes o no, "todos son de la clase obrera". "No nos confundamos. Nos quieren dividir. Esto es un problema de justicia y de codicia de los empresarios".

Ni se quemaron contenedores ni se montaron barricadas
Los sindicatos acusan a la patronal de intentar dividirlos

El argumento de que la patronal quiere separar a una de las fuerzas laborales más compactas de Galicia se repitió en las declaraciones de otros líderes sindicales. Alcántara apeló a que la unidad "es la única manera de ganar la partida" en una negociación que se presume dura. "La doctrina de los empresarios es que por la crisis todos los convenios congelen los salarios. Y no os confundáis, nuestro problema no está en las décimas de incremento. Tenemos que preguntarnos en qué se basa la competitividad. En la construcción cobran 200 euros menos y durante años los empresarios se hicieron inmensamente ricos. Los trabajadores de Zara cobran 800 euros, y mira que no tendrá dinero Amancio Ortega". La huelga, que fue calificada de "rotundo éxito", paralizó, según las centrales, a 22.000 trabajadores de la provincia en 2.000 empresas. Los piquetes informativos recorrieron las comarcas de Vigo, Arousa y el Baixo Miño sin que se produjese ningún incidente. Lo que queda ahora es lograr que las partes se sienten a negociar después de varios fracasos en las últimas semanas. Desde CC OO, Ramón Sarmiento, añadió que están "completamente abiertos y con los teléfonos disponibles a cualquier hora". Para el representante de UGT, Diego Atanes, alcanzar un convenio justo también depende de que la Administración medie: "Tardaron en llegar, pero no pueden desaparecer", afirmó. Desde la patronal Asime puntualizaron que el martes por la tarde, horas antes del inicio del paro, no estaba convocada ninguna reunión y que, por lo tanto, no dieron plantón a los trabajadores. Sin entrar a valorar la participación en la huelga, exigieron que "se respete el derecho al trabajo sin coacciones ni amenazas".

Pese a que en la marcha central un grupo de trabajadores llevaba una motosierra, símbolo de la lucha del metal, la jornada de paro no repitió las mismas imágenes de movilizaciones pasadas. Ni se quemaron contenedores ni se levantaron barricadas de neumáticos. Atanes recordó que no va a ser una huelga "al uso", y que ejercerán nuevas fórmulas de presión, vista las pocas simpatías que despiertan entre los ciudadanos las posturas más radicales.

El paro coincidió con la publicación del balance del Cluster del Automóvil (CEAGA), que cifra en 3.500 los empleos perdidos en la industria de componentes el año pasado. Pese a que la caída de facturación fue de un 10%, la industria del motor siguió tirando de la economía gallega. La mayoría de las fábricas auxiliares de Citroën tienen convenio propio y no se verán afectadas por la huelga. Sí lo están los pequeños talleres, que hoy sentirán la segunda jornada de paro. Para los sindicatos quizá no sea la última: "En los años 80 se convocaron más de 100 para mantener los astilleros. Gracias a aquello hoy seguimos trabajando miles de personas".

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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