Oportunidad perdida
Marc Abrahams, matemático ilustre, es un tipo que combina gesto adusto y mirada divertida. Patrocina los Premios IG Nobel (juego de palabras con ignobles, traducible por innobles) y todos los años consigue convertir la ciencia en materia hilarante. Él y un grupo de científicos recompensan estudios como La Viagra ayuda a los hámsteres a recuperarse del jet lag, o el extraordinario premio de 2007, titulado Los medicamentos falsos caros son más efectivos que los medicamentos falsos baratos. Este último, como en su día se contaba en este periódico, se publicó en una revista tan seria como el British Medical Journal.
Tanto como el Diario de Sesiones del Congreso. Quizá uno de tantos diputados ociosos quiera emular a Abrahams y crear unos entretenidos premios a las mociones o proyectos de ley más inútiles, más extemporáneos o más estúpidos. Vaya apuntando el nonato recopilador en lugar destacado la tontería aprobada el martes en el Congreso, que insta al Gobierno a suprimir un ministerio en 2010, ¡sin tan siquiera decir cuál!
Tan ridícula iniciativa -¿hacemos un sorteo, a ver qué ministerio?, ¿partidita de mus?, ¿unos chinos y un pinchito tortilla en la barra del bar del Congreso?, ¿Agricultura, que empieza por ag y se adelanta alfabéticamente a Asuntos Exteriores?-, propuesta por el muy serio PNV, contó con el entusiasmo desatado del PP, puestos en pie sus diputados, encabezados por el mismísimo Mariano Rajoy, desplazado al efecto al hemiciclo, más los de CiU, ERC, BNG y UPyD, hasta completar los 168. Tan atrabiliario contubernio, de improbable racionalidad -nadie sabe si es más chusco que Rajoy vote con Ridao o que Tardà vote con Trillo-, sólo podía tener como fin algo tan estúpido, por irrelevante, como ganar una votación al PSOE, a nada obligado por la derrota.
Una pena que tantos y tantas congresistas pierdan el tiempo en propuestas que por inútiles se convierten en ridículas. Con lo fácil que hubiera sido lo obvio, denunciar los caros caprichos del Gobierno, y convertir la moción en una petición razonable que hubiera dado sentido al jolgorio del contubernio antisocialista. Por ejemplo: suprímase, no ya en 2010, sino mañana mismo, un ministerio tan inútil como el de Igualdad.
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