Siempre Rosa
Los sectarios no entienden otra cosa que servir al jefe y a los principios ideológicos o religiosos inmutables hasta la muerte, si es preciso. Ahora no. Ahora, según escribe Almudena Grandes en su columna Siempre Rosa, publicado en EL PAÍS el 27 de abril, estamos en otro tiempo. Antes era distinto. "Eran otros tiempos, en los que la política era el noble arte de conducir a los pueblos hacia su futuro, la ideología, otro nombre propio, y la lealtad, un compromiso íntimo, más poderoso que los carnés y las cuotas mensuales".
En el fondo lo que molesta a la señora Almudena Grandes es la ausencia de servilismo de Rosa Aguilar. Lo que molesta de Rosa es su actitud libre y, seguramente, que tenga dudas respecto al hecho de que conducir a los pueblos hacia su futuro (¿qué futuro?) sea un noble arte político, teniendo en cuenta las pasadas experiencias históricas de ese "noble arte" y sus terroríficas consecuencias.
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